El lunes, 25 de marzo, el Papa confiaba a la Virgen de Loreto la Exhortación Apostólica postsinodal a los jóvenes y a todo el pueblo de Dios “Vive Cristo”. Finalmente, fue hecha pública en la Sala Stampa del Vaticano el pasado martes, 2 de abril , aniversario de la muerte de San Juan Pablo II, culminando así un viaje que comenzó en enero 2017, desde que se publicara el Documento Preparatorio del Sínodo y en una Carta a los jóvenes en la que el Papa les invitaba a lanzarse hacia un futuro desconocido: «Un mundo mejor se construye gracias también a ti, a tu deseo de cambio y a tu generosidad. No tengáis miedo de escuchar al Espíritu sugiriendo opciones audaces, no os demoréis cuando vuestra conciencia os pida que os arriesguéis a seguir al Maestro. La Iglesia también desea escuchar tu voz, tu sensibilidad, tu fe; incluso tus dudas y críticas. Que se oiga tu grito, que resuene en las comunidades y que llegue a los pastores».
Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida. Entonces, las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son: ¡Él vive y te quiere vivo!
De este modo da comienzo una exhortación que el Papa ha dividido en nueve capítulos y que consta de 299 puntos. En ella, hace un breve recuento del camino seguido para llegar a este documento: “Me he dejado inspirar por la riqueza de las reflexiones y diálogos del Sínodo del año pasado”. Y así, comienza a desgranar su contenido con un lenguaje sencillo, cercano y directo:
Capítulo Primero, una mirada a la Palabra de Dios, Antiguo Testamento y Nuevo Testamento, para ver qué dice de los jóvenes.
Capítulo Segundo, titulado Jesucristo siempre joven, nos adentra en la Juventud de Jesús y nos muestra cómo su juventud nos ilumina. Continúa hablando de la juventud de la Iglesia, cuando ésta se deja renovar y ante vive atenta a los signos de los tiempos. Concluye acercándonos a María y una pequeña selección de jóvenes santos.
Capítulo Tercero, lleva por título Ustedes son el ahora de Dios, en el que describe la situación de la juventud actual: jóvenes de un mundo en crisis; con deseos, heridas y búsquedas; en medio del ambiente digital; migrantes, como paradigma de nuestro tiempo; y de la necesidad de poner fin a todo tipo de abusos.
Capítulo Cuarto, titulado El gran anuncio para todos los jóvenes. El Papa, continua dirigiéndose al joven en primera persona y recuerda verdades que necesitamos escuchar siempre: Un Dios que es Amor, Cristo te salva, ¡Él vive! y El Espíritu da vida.
Capítulo Quinto, titulado Caminos de juventud. Recuerda que la juventud es tiempo de sueños y elecciones, en el que caminar en amistad con Cristo que acompaña, cuyo evangelio nos ilumina y transforma, es garantía de crecimiento y maduración de persona, por sendas de fraternidad y para llegar a ser jóvenes comprometidos y misioneros valientes.
Capítulo Sexto, cuyo título es Jóvenes con raíces. El Papa alerta a cada joven de la pérdida de raíces si son arrancados de la “tierra” en la que nacieron y crecieron, e invita a caminar juntos con “los ancianos”, compartiendo sueños y visiones.
Capítulo Séptimo, se dedica a La Pastoral de los Jóvenes, que ha de ser sinodal y donde la búsqueda y el crecimiento sea el fundamento, cuidando los Ambientes adecuados para crear hogar, familia y amistad.
Capítulo Octavo, se dedica a La Vocación, donde lo fundamental es discernir y descubrir que lo que quiere Jesús de cada joven es ante todo su amistad y, desde ella, descubrir cuál es “tu ser para los demás”
Por último, el Capítulo Noveno se centra en El Discernimiento, y el Papa aporta claves para ayudar a discernir la vocación, procesos vitales en los que es hay que cuidar especialmente la escucha y el acompañamiento.
Y finaliza: «seré feliz viéndolos correr más rápido que los lentos y temerosos. Corran atraídos por ese Rostro tan amado, que adoramos en la Sagrada Eucaristía y reconocemos en la carne del hermano sufriente. El Espíritu Santo los empuje en esta carrera hacia adelante. La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta! Y cuando lleguen donde nosotros todavía no hemos llegado, tengan paciencia para esperarnos».