Del 21 al 27 de septiembre se celebra la Semana Internacional de las Personas Sordas con el lema, “Reafirmando los derechos humanos de las personas sordas”. Una iniciativa de la Federación Mundial del Sordo que se lanzó por primera vez en 1958 en Roma. Como parte de esta Semana, desde 2018, el 23 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Lengua de Signos, declarado por Naciones Unidas a propuesta de la Federación.
Esta semana promueve y crea conciencia sobre las cuestiones que las personas sordas enfrentan en su vida cotidiana. Una vida cotidiana en la que también tienen a su lado a la Iglesia.
La Diócesis de Huelva cuenta con la Fraternidad Contemplativa y Misionera Effathá de Personas Sordas, cuyo carisma es llevar a Cristo a las personas sordas por medio de la oración y de la evangelización. Tal y como recuerda su presidente, el sacerdote Juan José Santos, «el Señor Jesús se acercó a un sordo que, además, no hablaba y le dijo: ‘Effathá’ (‘Ábrete’)», por lo que el cometido de esta asociación es ése. La espiritualidad es monástica benedictina y misionera y sus miembros son monjes y seglares consagrados. Los seglares viven en sus respectivas casas, mientras que los monjes viven en un pequeño monasterio de Gibraleón, que es sede de la fraternidad y donde, habitualmente, se congregan para la oración, la formación y para compartir.
En España, más de 1.200 personas sordas y 52 personas sordo-ciegas están en contacto con la Pastoral del Sordo, que cuenta para esta labor con 160 agentes de pastoral. En Huelva, el sacerdote sordo Juan José Santos, anima el grupo de sordos y sordo-ciegos de la diócesis que componen una decena de personas.
“Los ciego ven, los sordos oyen y los pobres son evangelizados” (Lucas 7. 22)
Este pasaje evangélico resume la motivación de la Pastoral del sordo: construir entre todos una Iglesia de inclusión en la que nos sintamos comunidad creyente sin barreras auditivas, de visión o comprensión; físicas, mentales o arquitectónicas. Para ellos, entre otras acciones, se fomenta la participación plena y efectiva de las personas sordas y sordociegas en la vida de la Iglesia.
Las mascarillas, una barrera
Desde la Pastoral del sordo recuerdan también que en este tiempo tan excepcional que estamos viviendo de Covid19, la accesibilidad universal de toda persona también se ha visto afectada.
En el desarrollo de la pastoral ha sido necesario adaptarse y facilitar la comunicación, la celebración de la fe y la formación a la situación actual. Principalmente se enfrentan a la barrera que suponen las mascarilla, que dificulta contemplar la expresión facial en su totalidad para la comunicación en lengua de signos y el apoyo en la lectura labial que algunas personas necesitan para una mayor comprensión. También la distancia de seguridad en algunas ocasiones dificulta una mirada más cercana, y sobre todo la comunicación de contacto que necesitan las personas sordociegas.