Actualmente maestro de primero en el Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús de Huelva, Juan González ha sido nominado a los premios Educa de la Fundación Abanca al mejor docente de España 2020, en la categoría de Educación Primaria, cuyo fallo definitivo se conocerá en enero.
Abanca reconoce de este modo la iniciativa individual de este docente que, a través de la música, propone un modelo educativo diferente, donde el alumnado mejore su comprensión de los contenidos abordados, su valía como integrante de una sociedad y destacando sus posibilidades de acción frente a aspectos negativos y dificultades para el aprendizaje.
Estos prestigiosos premios conocidos como los “Goya de la Educación” realzan la figura del buen docente y tienen como característica principal que ningún profesor se puede presentar individualmente, deben ser sus alumnos quienes lo propongan.
La pasión de una vocación
Artículo de Juan González Caballero,
profesor de primaria del Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús de Huelva
Hoy, como maestro, quiero poner voz a miles de compañeros, personas de vidas plenas, que entregan su tiempo y sus desvelos por el bien de los demás, de los más importantes, de lo más sagrado que tenemos en nuestra sociedad, los niños.
Cuando decides emprender una vida como docente te embargan las dudas, los desvelos, programas, planificas, hierras, aciertas, … pero en el horizonte siempre hay una visión, la de educar a personas en toda su integridad, salvar los obstáculos y sobre todo, hacerlos felices.
Para ellos y por ellos, muchas veces nos convertimos en payasos, equilibristas, músicos, malabaristas o magos, que al compás de bombo y platillo tratamos de generar ese entusiasmo y motivación que tanto ellos como nosotros necesitamos, todo un circo de ilusión y fantasía para verlos disfrutar y aprender a partes iguales y que cada mañana nos colma de satisfacción.
Por ellos siempre merecerá la pena, porque dando la vida, la ganas y multiplicada por cien, cuando te tocan el corazón ya no puedes parar, es como una máquina que se retroalimenta, crece, respira al compás de sus inquietudes, ya no puedes verlos de cualquier manera, los quieres ver bien, y eso se convierte en una prioridad en tu vida, en la de todos los maestros.
A mi quizás la vocación, pese a haber tenido referentes de puertas adentro como para amar esta profesión desde la cuna, no me llegó hasta que no entré al cole, sentir esa dulzura, esa necesidad de ti, ese amor incondicional, esa magia, esos alientos, me hicieron conectar tanto con la enseñanza que deseé a partir de entonces darme en la misma medida, corresponder con mi vida cada momento en un aula, ser parte activa en todo este proceso de enseñanza-aprendizaje, tan maravilloso, que se convirtió en parte inalterable de mi ser como persona, como cristiano y como hombre.
La vida siempre merece la pena cuando la compartes, y eso lo aprendí en la Iglesia, de la mano de Cristo y con una comunidad que ampara mi fe y mi vida, hay ejemplos que merecen la pena imitar y cuando esa visión es la del amor por amor, se genera tanto bueno a tu alrededor que dependes de él, es como un astro que encuentra su Sol, sólo te queda orbitar sobre él, su luz y calor van a dar sentido a cada día, a cada estación.
Hoy, día de San José de Calasanz, día del maestro, invito a toda la comunidad educativa a disfrutar de esta manifestación de amor que es nuestra profesión. A sentirnos honrados por tantas gracias como nos han sido dadas, a dar, dar y mil veces dar por aquellos que nos devuelven la vida, porque en los más pequeños siempre podremos encontrar a Cristo. Un abrazo fraterno compañeros, podemos hacer tanto por los demás con una tiza en la mano…