Queridos hermanos y hermanas:
El hecho de que en Pentecostés en nuestra Iglesia diocesana se viva muy intensamente la Romería de Ntra. Sra. del Rocío, motiva que el Día del Apostolado Seglar lo celebremos en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. En la oración colecta de este domingo pedimos “que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin”. El servicio y la glorificación de Dios son precisamente la tarea o misión de los fieles laicos y de todo su apostolado. No en vano, como nos recuerda el Concilio Vaticano II: el Espíritu Santo “distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere (1 Co 12,11) sus dones, con los que les hace aptos y prontos para ejercer las diversas obras y deberes que sean útiles para la renovación y la mayor edificación de la Iglesia” (Lumen Gentium, 12).
Los laicos en la Iglesia han de anunciar el Evangelio en una sociedad en constante cambio, y estar atentos a lo que el Espíritu sugiere para que construyamos una Iglesia sinodal y misionera. Para caminar hacia ese objetivo las diversas realidades del Apostolado Seglar en nuestra Diócesis, siguiendo las pautas del Congreso de Laicos “Pueblo de Dios en salida”, han de crecer en la comunión, comunión que nace de la unión de todos con Cristo Cabeza y de todos los miembros, en Cristo, entre sí. Animo, por tanto, a la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar a perseverar en este servicio.
Igualmente, deseo expresar mi apoyo a cuantas actividades se encaminen al primer anuncio, acompañamiento y a los procesos formativos y presencia de los cristianos en la vida pública. Por supuesto, todas las acciones referidas han de estar fundamentadas en una fuerte experiencia personal con Cristo. Como decía el día que tomé posesión de la Diócesis: los bautizados no estamos destinados a ser anunciadores de ideas o de valores humanos por nobles que sean, sino testigos de la persona de Jesús, junto a quien permanecemos toda la vida como discípulos aprendiendo el camino del amor. Esta unión con Cristo será la garantía de la fecundidad apostólica, que no es otra cosa que las semillas del Reino de Cristo en un mundo tan necesitado de Él.
A la consecución de ese objetivo deben ir orientadas las ofertas formativas, los encuentros de oración y reflexión, los retiros espirituales, etc., que mantengan vivo y en tensión nuestro espíritu para el servicio de nuestros hermanos. Esos encuentros orantes con el Señor potenciarán en los miembros de las comunidades, movimientos y asociaciones el don del discernimiento, como método, para escudriñar los nuevos signos de los tiempos y vivir la sinodalidad como camino, o lo que es igual, una expresión de la comunión eclesial.
Pido al Señor que dote de fecundidad el apostolado de los todos los fieles, que lo tienen a Él como Cabeza (Cfr. Ef 1, 22). Que María, Reina y Madre, interceda para que los laicos, en unión y comunión con sus Pastores, manifiesten con sus obras de apostolado y con su testimonio personal a Jesucristo, para que todos confiesen la gloria de su Reino.
Para todos mi abrazo fraterno y mi bendición,
+ Santiago Gómez Sierra, obispo de Huelva
22 de noviembre de 2020, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo