La iniciación cristiana, es un proceso de transformación en el que, quien participa, asume una nueva identidad y desarrolla una nueva vida que se manifiesta en su comportamiento personal y comunitario. Este proceso, que suele realizarse durante la infancia, muchas veces ha sido interrumpido. Tras el Bautismo y la Primera Comunión, no son pocos los que han continuado su vida sin culminarlo. Por eso, no es extraño que, cada vez más, haya adultos que lo retomen como una oportunidad para ahondar en las raíces de su fe y, con una mayor madurez, reincorporarse a la vida de la Iglesia redescubriendo su vocación cristiana. Es el caso de Juan Antonio Ruiz Rodríguez, de la comunidad parroquial de San Juan del Puerto, que fue confirmado el pasado domingo, 15 de noviembre, y que nos cuenta cómo ha sido su experiencia:
NUNCA ES TARDE
Hoy, y aunque parezca mentira, he completado el camino de iniciación cristiana recibiendo el sacramento de la Confirmación. Circunstancia dada en unos tiempos complicados como los que estamos viviendo. A la tercera fue la vencida. La pandemia, ha hecho que finalmente más de medio centenar de personas adultas hayamos podido recibir “la efusión del Espíritu Santo, permitiéndonos configurarnos más perfectamente con Cristo y fortaleciéndonos con su poder”.
No viene a cuento el por qué no lo hice en su momento, creo que no estaba para mí. Lo cierto y verdad es que habiéndose confirmado mi familia casi al completo, me preguntaba el por qué no podría estarlo yo también. Y no es que tuviera necesidad de estarlo para ser padrino de nadie. Era simple y llanamente una cuestión pendiente que con la llegada del nuevo párroco y empujado por María José, a quién no dudé de que fuera mi madrina, decidí dar el paso adelante agarrándome a aquella “oportunidad” de la que nos hablaba Isaac Moreno una y otra vez.
Al poco tiempo y comentándolo con mi cuñado Carlo Marcelo, finalmente también se animó a ello. He de confesar que en la primera reunión mantenida, y creyéndome que a mis años iba a ser un “rara avis” me impactó el numeroso grupo de adultos que éramos, buena parte llegados de pueblos y ciudades vecinas.
Tras la reunión preparatoria y cumplimentar con los requerimientos, tuvieron lugar las charlas que fuimos recibiendo en este ‘formato express’ motivado por el virus. Charlas por cierto muy amenas e interesantes que te invitaban a la reflexión y más que fundamentadas si venían de la mano de Javier, Juan Bautista, Juan o el propio Isaac, quienes nos ayudaron a interpretar el significado del acto que finalmente hemos celebrado hoy con la presencia por primera vez en nuestro templo del obispo de Huelva, Santiago Gómez Sierra.
He prestado especial atención a lo que en su homilía ha expresado refiriéndose al talento que hemos recibido, de las cualidades que cada persona tiene y que pueden ponerse al servicio de los demás, del “talento de la fe con el evangelio y la palabra”. Talento –ha recordado- es recibir el don del Espíritu Santo, el compromiso del amor cristiano o nuestra capacidad de solidaridad, un talento que, según nuestro obispo, no debemos permitirnos enterrarlo sino “negociarlo con Dios”.
Bueno, que no me quiero extender más. Es la crónica de una experiencia bonita que por fin he podido vivir, quitándome la espinita de ser ungido con el óleo perfumado, más habiendo sido bautizado, habiendo hecho la Primera Comunión o haber contraído matrimonio en la parroquia de mi pueblo.
Cierro relato, sabiendo de la felicidad que le hemos regalado hoy a quien me trajo al mundo, mi querida Juanita, que ha disfrutado lo más grande participando activamente en la ceremonia. Agradezco a todas las personas que lo han hecho posible.
Y aprovecharía para decirles a quienes aún no estén confirmados/as aquello de que nunca es tarde.
Juan Antonio Ruiz Rodríguez
Parroquia San Juan Bautista,
San Juan del Puerto.