La providencia ha querido unir esta jornada al día en que celebramos a la patrona de la Diócesis de Huelva y del Seminario Diocesano, la Inmaculada Concepción. En esta ocasión las limitaciones de la crisis sanitaria condicionarán la campaña habitual de los seminaristas por las parroquias.
Justo unos días antes del Día del Seminario, que se celebra tradicionalmente coincidiendo con la Solemnidad de San José el 19 de marzo, el Gobierno declaraba el estado de alarma y la Comisión Episcopal de Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal decidía posponer esta celebración al domingo del Buen Pastor, cuarto domingo de Pascua que este año cayó en 3 de mayo. Como para esa fecha aún permanecía el confinamiento, la misma comisión decidía volver a posponer la celebración a la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el 8 de diciembre que, en el caso de la Diócesis de Huelva, supone una feliz coincidencia con la fiesta de su patrona bajo cuya advocación, además, se encuentra el Seminario Diocesano. La providencia ha querido unir esta jornada al día grande del Seminario en nuestra Iglesia de Huelva, aunque en esta ocasión las limitaciones de la crisis sanitaria dificulten tanto la agenda propia de este día como la campaña habitual de los seminaristas por las parroquias y centros educativos.
Para esta ocasión, el lema escogido para la jornada es «Pastores misioneros», con el que se intenta recoger, sin agotarla, la identidad del sacerdocio ministerial. “Los sacerdotes, en cuanto que participan del sacerdocio de Cristo Cabeza, Pastor, Esposo y Siervo (PDV, n. 15), son llamados en verdad «pastores de la Iglesia»; y en cuanto enviados por Cristo, con los Apóstoles (Mt 28, 19ss), son esencialmente misioneros dentro de una Iglesia toda ella misionera”, como expresa nuestro Obispo en su carta con ocasión de esta jornada.
En el curso 2019-2020 se registraron 1.128 seminaristas mayores en toda España. Del total ingresaron 208 nuevos seminaristas mayores y se produjeron 122 abandonos. Además, en 2019 se celebraron 124 ordenaciones sacerdotales. En nuestra diócesis son 18 los seminaristas, 3 de ellos en su etapa pastoral de diaconado a la espera de ser ordenados presbíteros. En palabras del rector, Daniel Valera, “actualmente el Seminario de Huelva goza de buena salud, pues es una comunidad de discípulos, fraterna y responsable”.
Por su parte, Juan José Travé, seminarista de cuarto curso, “este año la campaña se va a dirigir, de forma excepcional, a las parroquias de las localidades de origen de los propios seminaristas, mientras que aquellos compañeros que por distintas circunstancias no pueden ir a sus pueblos durante este puente se harán presentes en las parroquias de la capital”. La Vigilia de la Inmaculada, la celebración con las familias de los seminaristas, etc. que forma parte del programa habitual en la celebración de esta fiesta grande del seminario en esta ocasión será vivida uniéndose a las vigilias parroquiales y rezando juntos a María para que, por su intercesión, llegue pronto el fin de esta pandemia, añade.
Por su parte, el seminarista de segundo curso Ignacio Virseda, expresa la importancia de celebrar este día coincidiendo con la Inmaculada, patrona del Seminario, “ya que María es nuestro modelo de entrega a Dios, nuestra Madre y la que nos guía cada día”.
Pero el seminario no es solo el centro en el que se forman los futuros presbíteros de nuestra diócesis, es además corazón de la vida diocesana. Así lo expresa Juan José Feria, seminarista de sexto curso: “es verdad que el Seminario es un punto de encuentro de la vida diocesana por el que pasan numerosos fieles de toda la diócesis y numerosos grupos, presencia que este año se ha visto muy mermada a consecuencia de la pandemia que estamos viviendo, afectando a esa referencialidad de este lugar. Sin embargo, es momento de reforzar ese punto de encuentro en la oración, poniendo a cada una de esas personas que en otras circunstancias pasarían por aquí en el Sagrario, ponerlos en el Señor, orar por ellos y que ellos oren también por nosotros, sus seminaristas”.
El Día del Seminario se celebra desde el año 1935 con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas. En palabras del rector del Seminario, el sacerdote Daniel Valera, “esta jornada es siempre una ocasión para dar a conocer el seminario a la comunidad cristiana, para que se le conozca mejor, se le tenga más afecto, suscitar la necesidad de orar por las vocaciones al sacerdocio y, también, para colaborar económicamente”.
En cuanto al lema –“Pastores misioneros”– el seminarista Juan José Feria expresa que “un pastor misionero es alguien que ante todo deja guiar por el Pastor por excelencia que es Jesucristo. Es alguien que deja, en primer lugar, que el Señor lo ame, le conduzca, permitiéndole que haga en su vida y acogiendo su perdón. En definitiva, un discípulo que deja que su vida se configura con el Señor. Aquel que se ha configurado primero con el Buen Pastor podrá ser un pastor misionero lleno de ardor”.
La vida del Seminario, como la de cualquier familia, se ha visto afectada y condicionada por la crisis sanitaria que estamos padeciendo. Así, durante el confinamiento quedaron suspendidas las clases y la dinámica pastoral que los propios seminaristas suelen llevar en distintas parroquias o ámbitos pastorales. Así lo expresa el seminarista Ignacio Virseda: “procuramos llevar una vida lo más normal posible tomando nuestras medidas, pero con la alegría de saber que estamos acompañados en todo momento por el Señor. Lo que más hemos notado es la presencia más constante en las parroquias”.
Ante las especiales circunstancias de este año, los obispos de la Comisión Episcopal de Clero y Seminarios de la Conferencia Episcopal ha elaborado unos materiales en los que se nos invita a que manifestemos el apoyo de la comunidad cristiana a una institución tan importante para la vida de nuestras diócesis.
No cabe duda de que la principal manera de ayudar a un joven a discernir la vocación a la cual Dios le llama es ayudarle y acompañarle a llevar una vida de oración suficientemente profunda y constante para que su corazón esté abierto a la llamada amorosa del Señor. El Papa Francisco en su Exhortación apostólica sobre la pastoral juvenil se pregunta cómo discernir la vocación, y responde diciendo: “es una tarea que requiere espacios de soledad y silencio, porque se trata de una decisión muy personal que otros no pueden tomar por uno…”. A pesar del ruido que nos envuelve a todos y de las continuas solicitudes por vivir externos a multitud de reclamos (pensemos en las redes sociales, etc), los jóvenes son sensibles a esos momentos de silencio y de encuentro personal con Cristo, vividos en comunidad y sin convertirlos en paraísos artificiales, que hacen posible que se escuche la voz interior de Aquel que nos llama siempre.