La Iglesia española celebra el 19 de marzo, solemnidad de san José, el Día del Seminario, aunque en nuestra diócesis se traslada al próximo domingo, 21 de marzo. Este año bajo el lema, «Padre y hermano, como san José»
El objetivo de esta jornada es reflejar la figura de san José, en los sacerdotes, en un año en el que, si cabe, este santo ha tomado un mayor protagonismo tras declarar el Papa el Año de san José.
El Seminario cuenta en la actualidad con catorce seminaristas, diez de ellos son menores de 25 años, mientras que el resto tiene una edad comprendida entre 30 y 40 años. Tal y como destaca el rector del Seminario, Daniel Valera, los seminaristas actuales son “alegres, sencillos, responsables y muy sensibles al dolor de los pobres, pero destacan sobre todo porque tienen una gran espiritualidad y vida de oración y por el espíritu de servicio. Eso hace que nos situemos ante esta realidad vocacional con gran esperanza”.
Los seminarios están de enhorabuena, pues aquel que es su discreto patrón, san José, ha tomado, si cabe, mayor protagonismo desde el 8 de diciembre de 2020, al declarar nuestro santo padre el Año de san José. Ese día de la Inmaculada se cumplían 150 años desde que el beato Pío IX proclamara a san José como patrón de la Iglesia católica y, con este gesto, el papa Francisco ha querido perpetuar esta dedicación de la Iglesia a la custodia de san José.
El lema elegido para la campaña del Seminario de este año, «Padre y hermano, como san José», de modo que la Subcomisión Episcopal de Seminarios, responsable de esta jornada, quiere reflejar cómo los sacerdotes, forjados en la escuela de Nazaret, bajo el cuidado de san José y la mano providente de Dios, son enviados a cuidar la vida de cada persona, con el corazón de un padre, sabiendo que, además, cada uno de ellos es su hermano.
José Manuel Romero, seminarista de segundo de Teología, nos cuenta que “quién mejor que san José puede ser un buen modelo para los futuros sacerdotes, llamados a ser padres en la fe de la comunidad que se nos asigne y hermano de cada uno de sus miembros, para acompañarlos en todos los momentos de su vida y asistirlos espiritualmente”.
Los seminaristas celebrarán estos días con su tradicional campaña, este año limitada por las medidas lógicas de la crisis sanitarias que estamos padeciendo. Durante estos días, y hasta el domingo, visitarán las parroquias de la capital para ofrecer su particular testimonio en la celebración de la Eucaristía y ante los distintos grupos parroquiales. Por otro lado, la oración joven de cuaresma conocida como “Jueves Cuaresmales” de esta semana, estará especialmente dedicada a orar por nuestros seminaristas y para que nuestros jóvenes abran su corazón a la llamada del Señor. Un acto que volverá a ser presidido por nuestro obispo, Santiago Gómez. Por su parte, en la mañana del viernes, la comunidad del seminario celebrará de forma solemne la fiesta de San José.
El Día del Seminario se celebra desde el año 1935 con el objetivo de suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización, dirigida a toda la sociedad, y en particular a las comunidades cristianas. En palabras del rector del Seminario, el sacerdote Daniel Valera, “esta jornada es siempre una ocasión para dar a conocer el seminario a la comunidad cristiana, para que se le conozca mejor, se le tenga más afecto, suscitar la necesidad de orar por las vocaciones al sacerdocio y, también, para colaborar económicamente”.
Además, Daniel Valera asegura que en este tiempo de pandemia, debido a que las instalaciones del Seminario son amplias, no se ha visto afectada la rutina ordinaria del Seminario, de tal manera que “todas las dimensiones del proceso formativo las hemos llevado a cabo -formación humana, espiritual, intelectual y comunitaria-, y donde hemos estado más limitados es en la dimensión pastoral, porque también los seminaristas se acercan a distintas realidades eclesiales para conocerlas, para actuar con más agentes pastorales, haciéndose presentes en las parroquias, etc.” y todo eso ha estado este año más limitado, a lo que añade que este tiempo “nos ha hecho también profundizar más en la dimensión de la fraternidad”.
Con ocasión de esta jornada, los obispos de la Comisión Episcopal para el Clero y los Seminarios han querido dirigirse a los sacerdotes y seminaristas españoles, a través de una carta en la que expresan que “en estos momentos, la búsqueda de consuelo y orientación que anida en el corazón de cada hijo de la familia humana se convierte en un clamor que resuena en el corazón de la Iglesia Madre y que nosotros, como sacerdotes y vocacionados, tenemos la misión de elevar a Dios en nuestra plegaria litúrgica y personal. En nuestro ánimo de pastores, también nosotros vivimos momentos de oscuridad e incertidumbre. Por eso debemos confiar con especial intensidad en la intercesión de San José, que afrontó las dificultades de la vida con la humildad, la inteligencia y la valentía que brotan de un «corazón de padre», como nos ha recordado el Papa Francisco. Que él aliente el ánimo y renueve la esperanza teologal en el corazón de todos vosotros, presbíteros y seminaristas, especialmente encomendados a su patronazgo y discreta protección”.
La vida del Seminario, como la de cualquier familia, se ha visto afectada y condicionada por la crisis sanitaria que estamos padeciendo. Así, durante el confinamiento de cuyo inicio estamos cumpliendo un año, quedaron suspendidas las clases y la dinámica pastoral que los propios seminaristas suelen llevar en distintas parroquias o ámbitos pastorales.
Con el comienzo del curso, volvió la normalidad de la vida comunitaria en el seminario, a excepción de la dimensión pastoral que, para proteger tanto a los seminaristas como a los destinatarios de esta labor pastoral habitual de un posible contagio. De este modo lo expresa el seminarista Ignacio Virseda: “procuramos llevar una vida lo más normal posible tomando nuestras medidas, pero con la alegría de saber que estamos acompañados en todo momento por el Señor. Lo que más hemos notado es la falta de una presencia más constante en las parroquias”.
Es ahí donde transcurrirá la vida de estos seminaristas el día que, si Dios quiere, sean sacerdotes de nuestra diócesis: en un continuo encuentro, con Dios y con los hermanos. Del encuentro con Dios nace la paz, la fuerza, la luz, la gracia… para sí y para los demás; y, en el encuentro con los hermanos, descubre la presencia de Cristo que reclama su atención, y le invita a protegerlo en cada persona.
Para ello, cada día oran, estudian y conviven haciendo crecer en ellos el don de la vocación compartido en la fraternidad sacerdotal.
Pero el seminario no es solo el centro en el que se forman los futuros presbíteros de nuestra diócesis, es además corazón de la vida diocesana. Así lo expresa Juan José Feria, seminarista de sexto curso: “es verdad que el Seminario es un punto de encuentro de la vida diocesana por el que pasan numerosos fieles de toda la diócesis y numerosos grupos, presencia que este año se ha visto muy mermada a consecuencia de la pandemia que estamos viviendo, afectando a esa referencialidad de este lugar. Sin embargo, es momento de reforzar ese punto de encuentro en la oración, poniendo a cada una de esas personas que en otras circunstancias pasarían por aquí en el Sagrario, ponerlos en el Señor, orar por ellos y que ellos oren también por nosotros, sus seminaristas”.
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