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«El camino: encuentro, diálogo y anuncio», comentario al Evangelio del III Domingo de Pascua – B

Publicado:
16 abril, 2021
Foto: La Cena de Emaús. Matthias Stom (Hacia 1633-1639). Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid.

La concepción cristiana de la Pascua no concibe la Resurrección como un breve instante, sino como un acontecimiento, un encuentro y, como se relata en Lc 24, un camino. A continuación se verán algunos aspectos del relato de Emaús (Lc 24,13-35), cuyas consecuencias se narran en el evangelio del III Domingo de Pascua (Lc 24,35-48).

En primer lugar, el conjunto de Lc 24 muestra a diferentes protagonistas en movimiento: desde las mujeres hasta los discípulos conducidos por el Resucitado, pasando por el intenso camino a Emaús. Lucas, con su habilidad narrativa característica, muestra una elaborada combinación entre narración, camino, diálogo y encuentro. De este modo, el trasfondo del camino se convierte en una metáfora polisémica, mientras que los diálogos no se agotan en los protagonistas, sino que se abren a los lectores de cualquier época. La alternancia entre camino, diálogo y encuentro marca tres actitudes fundamentales en la Iglesia: siempre en salida; continuamente en escucha; constantemente en anuncio.

En segundo lugar, es posible plantearse un interrogante: ¿Jesús abre la mente para comprender las Escrituras o abre las Escrituras para comprender la historia de la salvación? La clave no es solo la explicación, sino el encuentro: con la Palabra de Dios y Jesús; con Moisés, todos los profetas, toda la Escritura y el Resucitado. La voz del narrador (Lc 24,45) confirma que las palabras pueden cambiar la realidad. La capacidad dialógica del encuentro de Jesús con sus discípulos apunta a una capacidad de diálogo –del Señor y de sus seguidores− con las Escrituras. La explicación requiere, inexcusablemente, la escucha, pero esa no es suficiente; para la apertura de la inteligencia se requiere, como sucede siempre en la vida, el diálogo y la apertura al otro. En este caso, otro significa tanto el prójimo, como el Otro (Antiguo) Testamento: la apertura de la mente permite la comprensión de la historia como Historia de la Salvación; del prójimo como hermano; de las Escrituras como Palabra de Dios.

En tercer lugar, se presenta el potencial comunicativo de las distintas preguntas que se escuchan en boca de los ángeles (Lc 24,5b), de los discípulos camino de Emaús (vv. 18.32) y, sobre todo, de Jesús (vv. 17.19.26.38.41b). Así se propone al lector seguir formulándose estos y otros interrogantes, encontrando las mismas y diferentes respuestas. La resurrección plantea sobre la muerte una respuesta imprevisible e inesperada. Del mismo modo, a través de la capacidad de interrogarse, el autor proyecta a los lectores sobre realidades siempre interpelantes. La lectura de Lc 24 propone algunas respuestas, creando nuevas preguntas sobre la relación entre Jesús y los discípulos y su continuidad en los lectores.

El evangelio de este domingo recoge la vuelta y las consecuencias del encuentro con el Resucitado en Emaús. Aunque algunos comentaristas indiquen que es posible, desde un punto de vista únicamente histórico, que el camino de Emaús “no hubiese existido”, es necesario reconocer que la Iglesia siempre estará camino de Emaús. Así, también hoy, es posible preguntarse ¿por qué surgen dudas en nuestro interior? El Resucitado muestra sus manos y sus pies, abre el entendimiento e invita al compromiso de los cristianos en la difusión de la salvación, convirtiendo a los discípulos en apóstoles; iniciando con los dos de Emaús para llegar a una Iglesia universal de testigos.

Isaac Moreno Sanz,
Dr. en Teología Bíblica y rector electo del Seminario Diocesano de Huelva

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