La situación sanitaria, social y económica de nuestra sociedad puede hacer que nos repleguemos sobre nuestros problemas, que no son pocos. La Campaña de Manos Unidas pretende que no perdamos del todo, o que recuperemos, la universalidad de nuestra visión del mundo. El hambre es una realidad que, no por lejana está menos presente y es menos lacerante. La falta de respeto a la creación, unida a otros fenómenos sociales, económicos y políticos han contribuido y contribuyen a la actualidad y consecuencias dolorosas del hambre en el mundo: la desigualdad entre los seres humanos creados para ser reyes de la creación. Los hambrientos forman parte del descarte del que nos habla tanto el Papa Francisco. Como dice el lema para esta Campaña de 2022, “Nuestra indiferencia los condena al olvido”.
Manos Unidas, con esta campaña, viene a ser un aldabonazo en la conciencia dormida o anestesiada de muchos, que viven como si esta realidad del hambre no fuera con nosotros. Y viene a avivar la solidaridad, que para los cristianos es una expresión de la caridad de Cristo. Así lo entendieron las mujeres de Acción Católica que hicieron nacer Manos Unidas. Así nos lo quiere recordar esta Campaña que llega a su 63 edición.
Como nos recuerda el Santo Padre: “cuando el corazón está auténticamente abierto a una comunión universal, nada ni nadie está excluido de esa fraternidad. Por consiguiente, también es verdad que la indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos a otros seres humanos” (Laudato Sí, 92). La fe en Jesucristo nos impulsa a despertar de esa somnolencia que es la indiferencia en que caemos al fijarnos únicamente en nuestros problemas y olvidarnos de la suerte de aquellos hermanos a los que no conocemos, pero que forman parte de la misma familia humana.
La desigualdad pervierte la fraternidad a la que nos llama el Señor. Porque para Él no hay esclavos o libres, hombres o mujeres, ricos o pobres, sino que todos estamos llamados a ser uno (cf. Gal 3, 28). Precisamente, el camino de la Iglesia está construido sobre el deseo de Jesús, que ora y entrega su vida para que todos sean uno (Cf. Jn 17, 21). Ese camino hacia la unidad que quiere construir la Iglesia no conoce limitaciones de fronteras, ni de razas, ni de culturas, integrando todas las diferencias en la comunión universal a la que hace referencia el Papa.
¿Y qué podemos hacer nosotros? No ser indiferentes hacia los hambrientos. Ponerles rostro, com-padecer con ellos, hacer nuestras sus carencias y hacer suyas nuestras generosidades. No olvidarnos de que han sido creados, como nosotros, para amar y ser todos uno. Una forma sencilla y humilde es participar en esta campaña con espíritu generoso, compartiendo nuestros bienes. Los proyectos que impulsa Manos Unidas de Huelva son estos: creación de una línea de confección de ropa y capacitación para confección textil en Luxor (Egipto); huertos ecológicos familiares, formación básica en piscicultura y promoción de la producción local en Bolivia; apoyo a las unidades productivas de la familia para garantizar la producción local sostenible, variada y nutritiva en Honduras; prevención de la malnutrición, promoción de la seguridad alimentaria y formación de agricultores en la República Democrática del Congo; mejora de la calidad de vida de los pequeños agricultores, promoción de la mujer y protección del medio ambiente en Tetuán (Marruecos). Colaborar para que sean una realidad es contribuir a la promoción humana como expresión del anuncio de Cristo con palabras y con obras.
Al llamaros a la generosidad con Manos Unidas, os saludo y bendigo.
+ Santiago Gómez Sierra,
Obispo de Huelva
Huelva, 2 de febrero de 2022, Fiesta litúrgica de la Presentación del Señor.