«Paz y envío»
El Evangelio que este II domingo de Pascua nos regala la Liturgia tiene el sabor propio de la Pascua: Apertura, dinamismo, paz, amor, alegría y envío; es el Espíritu de Jesús el que hace nuevas todas las cosas.
Jesús resucitado se encuentra con sus amigos más cercanos por primera vez, después de los momentos duros de prueba por los que han atravesado. No es difícil imaginar los temores del reencuentro. Sin embargo, sus primeras palabras, repetidas dos veces, fueron: “La paz con vosotros”. Sin reproches ni reprimendas, solo “Paz”. Y después les mostró sus heridas, sus signos de un sufrimiento por amor que se transforma en PAZ Y ENVÍO.
“Como el Padre me envía, también os envío yo”. Mientras ellos pensaban que, como discípulos suyos, le habían fallado, Él les confió la misma misión que había recibido del Padre, es ahora cuando descubren de verdad que no eran ellos los que lo habían escogido, sino “Él quien los había escogido a ellos”. Su misión, una misión para pacificar a las personas, para devolverles la esperanza y dignidad perdidas, para rescatar la verdad más honda que todo ser humano lleva en su corazón, para abrirse sin impedimentos a la misericordia y el perdón de un Dios que siempre está dispuesto a perdonar. De alguna manera les hace entender el peligro de “cerrar puertas”, de dejarse paralizar por el miedo…El soplo de su Espíritu les fortalece, les ilumina y les impulsa para salir con unas fuerzas renovadas.
El peligro de cerrarnos, de acobardarnos ante la realidad, la de separarnos de la comunidad y no dar credibilidad a la palabra de los hermanos, lo llevamos dentro como Tomás, que es una persona común y corriente, enredado en sus propios miedos y dudas. ¿No nos sentimos “Tomás” en muchas ocasiones? ¿no descubrimos en nosotros: desconfianzas, dudas, prejuicios, distancias comunitarias? Más fuerte que la debilidad que llevamos dentro es la fuerza transformadora y misericordiosa que supone el encuentro personal con Jesús. El Papa Francisco insiste continuamente: “les invito a todos a un encuentro personal y renovado con Jesús o al menos estar abiertos a que Él los encuentre”, no es más “que estar muchos ratos a solas con quien sabemos nos ama” (Teresa de Jesús)
Deseemos ser alcanzados por el Espíritu de Jesús y que Él nos cambie como cambió a sus primeros seguidores. Pidamos que el Espíritu de Jesús resucitado nos infunda un modo nuevo de pensar, de sentir, de amar; un compromiso con la paz y la justicia tan necesitados en el mundo actual.
Es Jesús el que nos ENVÍA y nos confirma su presencia y su PAZ.
Sagrario Gómez Pastrana, STJ – CONFER Huelva