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Solemnidad de Pentecostés

Publicado:
3 junio, 2022
Imagen: Pentecostés. Fray Juan Bautista Maíno (1615 - 1620). Museo Nacional del Prado, Madrid

«Más cercanos»

Pentecostés es una fecha especialmente señalada en nuestro calendario litúrgico. En nuestra diócesis, además, esta celebración se funde con la Romería del Rocío. Y puede ocurrir que, por la relevancia de estas fechas, la lectura de pasajes tan conocidos del evangelio corra el riesgo de volverse algo ineficaz; unas veces ensombrecida quizás por una liturgia sobrecargada, y otras veces porque estas son lecturas que “ya nos lo sabemos” y, por eso mismo, pueden perder la eficacia del primer anuncio.

Sin embargo, la Palabra de Dios siempre sorprende y, si estamos atentos, comprobaremos que siempre va más allá de nuestras ideas previas. El Espíritu Santo “sopla cuando quiere y como quiere”. Dejemos que sople de nuevo y nos descubra cómo viviríamos aquel acontecimiento hoy, en nuestro grupo, nuestra parroquia, nuestra diócesis. Hagamos una relectura de aquellos pasajes desde nuestra realidad cercana:

“No podíamos celebrar el día de Pentecostés estando separados. Dios nos pidió a todos que estuviésemos juntos y, como una sola familia, nos reuniéramos en su presencia. De repente, sin que pudiéramos explicar cómo, se hizo la comunión en nuestro corazón y experimentamos juntos la presencia de Dios con una fuerza tan estremecedora que parecía que ardíamos, aunque cada cual lo experimentaba de manera diferente, según su naturaleza y sus propios carismas. El gozo y el consuelo del Espíritu de Dios nos envolvía de tal manera que parecíamos embriagados de amor, y con una necesidad irrefrenable de salir a compartir con nuestros hermanos lo que estábamos viviendo. Éramos capaces de hacernos entender en los diferentes lenguajes de los hombres de hoy: en el lenguaje del que no cree, el de quien se siente herido con la Iglesia, el del enfermo, el del pobre, el del excluido. Hablábamos también las lenguas de quienes vienen de fuera, de otras culturas, de otras creencias. Nos entendía también la sociedad que consume, desecha y descarta… y no había nadie que no nos comprendiera. Incluso se nos unieron quienes hablan el lenguaje de la dignidad en el trabajo; el del respeto a la casa común, que es nuestro planeta; el lenguaje de la solidaridad de quienes luchan por la educación y contra la pobreza, material o intelectual, o el de quienes luchan contra la enfermedad. Y todos se preguntaban admirados “¿no son estos los cristianos de la Diócesis de Huelva? ¿Cómo es que ahora les comprendemos, y les sentimos más cercanos?”

“Ruah” es la palabra que en hebreo se utiliza para hablar del Espíritu de Dios, y es una palabra de género femenino, pues designa la capacidad de “dar vida” que, como una madre, Dios tiene. Ruah es el Espíritu de Dios, creador de todo. Es el aliento de vida que mantiene a cada ser, a cada alma. Y es la palabra utilizada para referirse al Espíritu Santo que recibieron los apóstoles, … y que todos seguimos recibiendo. Dios no es sólo el creador sino también —como dice S. Ignacio— nuestro “Criador”, quien nos acompaña en nuestro crecimiento, como una madre, que nos alimenta y protege. Y por eso, según el evangelio, Jesús nos dice que “el Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he enseñado”.

Pues que este mismo Espíritu Santo nos haga crecer en el amor y nos permita entendernos con todos nuestros hermanos, tan necesitados de la vida de nuestro “Criador y Señor”.

Maribel Medina,
miembro de ACHESIL (en representación del laicado de nuestra diócesis)

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