Domingo XXXI Tiempo Ordinario – C

Publicado:
27 octubre, 2022
Imagen: 'Cristo y Zaqueo'. Niels Larsen Stevns, 1913. Museo de Arte Danés, Randers (Dinamarca).

«Zaqueo baja pronto, porque conviene que hoy entre en tu casa» (Lc 19, 5-6)

La primera lectura del libro de la Sabiduría (11,22-12,2) nos da la respuesta del por qué parece que Dios no hace nada frente a ciertos pecados aunque sean públicos. 

Lo responde al final de esa lectura: Dios corrige poco a poco para que el pecador se aparte del mal y vea el amor de Dios. 

Dios respeta nuestra libertad y no nos maneja como si fuésemos marionetas, espera pacientemente, pues desea nuestra salvación como un Padre que nos ama.

En la segunda lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses ( 1,11-22) San Pablo, nos avisa del peligro de hacer caso a la murmuración o al llamado chismorreo, estos crean falsas alarmas a nuestra fe, y nos dice qué arma utilizar para combatir a estos pecados: la oración constante.

El Evangelio según san Lucas (19,1-10) nos da la clave a dos cosas importantes en la Eucaristía:

Primero abrir tu corazón (símbolo de tu casa) y dejar que la Palabra de Dios penetre. Dice Jesús «es necesario que hoy, no mañana, hoy entre yo en tu casa (significa en tu corazón), y el fruto de que has dejado que la palabra ha entrado es el arrepentimiento y el desprendimiento de aquello que te está  llevando a hacer el mal. En Zaqueo se ve su amor al dinero, no le importaba que hablasen mal de él.

Ante esta realidad dice el salmista  que «el Señor endereza a los que ya se doblan», y Dios enderezó el corazón de este recaudador.

Debemos pedir ayuda a la Santísima Virgen para que nos conceda su gracia, y podamos  responder desde nuestra libertad “FIAT” como Ella: «Hágase en mí según tú Voluntad».

Mario Díaz Cerrejón,
colaborador del Secretariado Diocesano para las Causas de los Santos.

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