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Solemnidad de la Epifanía del Señor

Publicado:
5 enero, 2023
Imagen: "La Adoración de los Reyes Magos". Luis de Morales. 1565 - 1570. Museo Nacional del Prado.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino” (Mt 2, 1-12)

La Epifanía celebra la revelación, la manifestación de Cristo como Salvador del mundo, un Salvador para todos, sin distinción de etnia, territorio o creencia. Y lo hace a través de unos magos, que cruzaron medio mundo para ofrecerles sus presentes al Jesús niño.

Medio mundo atravesaron buscando la encarnación de la salvación, cruzando países y fronteras en busca de un sueño que estaba muy cerca de hacerse realidad.  Un largo camino por el desierto, sufriendo el calor del día y el frío de la noche, extranjeros en tierras extrañas y enfrentados a la injusta autoridad, Herodes, por seguir adelante con su viaje, con su anhelo.

Pues esta es la vida de millones de hermanos migrantes que cada día cruzan esos desiertos, siguiendo su estrella, para que los conduzca hacia su salvación, huyendo de los Herodes de turno, dejando atrás familia, casas, llevando sólo consigo su tesoro más valioso: buscar un trabajo digno que puedan ofrecer a sus familias.

Estos magos de la vida tienen un poder especial, son capaces con muy poco, de cruzar el mundo, llenos de fe por encontrarse con su “Salvador”, guiados por la estrella de su dignidad robada, robada en sus lugares de origen por estos otros que nos le dejan cruzar las murallas de Jerusalén, intentando por todos los medios cerrar a cal y canto los puertas de Belén, bajo la bandera de la violencia, amparándose en no sé qué fe, que ya le puedo asegurar, querido lector, no es la de los Magos de Oriente, ni representan al que entre pajas ha nacido, aunque se crean que así lo hacen.

Estos seguidores de la injusticia y la violencia, representan más al ejército de Herodes, que a los valores y la fe que se han apropiado por bandera, pero este niño, pequeñito y frágil que acaba de nacer, es muy grande y justo, y ante las ofrendas y la ilusión de los magos de la vida,  pone a su disposición a una Iglesia, a una sociedad, que lucha por sus derechos, porque la ciudadanía universal sea un derecho de nacimiento, otorgando a cada ser humano la libertad de ir a presentarse ante el portal o seguir pastoreando las ovejas en otro lugar del mundo que elijan con libertad.

El regalo más grande que nos ha hecho este Niño es la universalidad, el sentirnos todos hermanos, en un mundo que no es más que la casa común y como tal tenemos que cuidarla y cuidarnos.

Dejemos a un lado batallas viscerales basadas en el miedo a lo desconocido y disfrutemos del regalo de la diversidad.

Juan Rodríguez Cruz,
miembro del Secretariado Diocesano de Migraciones

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