Segundo domingo de Cuaresma, tiempo de reflexión, penitencia. Domingo de preparación, de purificar nuestras faltas, de creer y de comprometernos.
Hoy, en el evangelio, Marcos apunta claramente a la Resurrección de Jesús. Anuncio que los tres discípulos que lo acompañan no entienden. En este domingo se nos relata la transfiguración del Señor en el monte Tabor donde invita a Pedro, Santiago y Juan a bajar del monte donde ellos se encuentran “tan a gusto”, y a que vuelvan a la realidad. Nosotros en nuestro día a día tampoco podemos quedarnos arriba en el monte, estamos llamados a bajar de nuestras comodidades, y esto puede ser posible por medio del Evangelio. Debemos comprometernos a ser servidores y anunciar la palabra de Dios.
Vivimos sumergidos en una “cultura de prisas”, del “aquí” y el “ahora”, de falta de valores donde necesitamos más que nunca escuchar la palabra de Jesús, pararnos, hacer silencio en nuestro interior para que nos ayude a vivir en la verdad, en lo esencial, en lo que auténticamente importa. Seguir a Jesús por el camino de la Cruz para llegar a la Resurrección.
Delegación Diocesana para las Hermandades, Cofradías, Santuarios y Piedad Popular.