Alejo Fernández (h. 1475-1545)
Del patrimonio artístico de la parroquia de Cala llama la atención el que dispone de dos retablos en su capilla mayor: uno de pintura mural, fechado en 1521, situado en la pared frontal del presbiterio, descubierto en 2002 y restaurado en 2003, y otro es el de pinturas sobre tabla, realizado pocos años después, a mediados del siglo XVI por pintores seguidores de Alejo Fernández, que ha sido colocado en la pared del lado del evangelio.
El de pinturas sobre tabla consta de cinco calles verticales, divididas por pilastras de arquitectura gótica, y tres cuerpos horizontales; los cuadros se hallaban cubiertos con doseletes calados, aunque tan sólo los conserva los del cuerpo. Todo el conjunto está rematado por pináculos y crestería calada, en lugar del tradicional guardapolvo quebrado. Al centro, cobijada por doselete calado, la figura de la titular, Santa María Magdalena, figura de serie. En el primer cuerpo se representan los apóstoles San Juan, San Andrés, San Pablo y Santiago el Mayor. En el segundo cuerpo, la Descensión, es decir, la escena que la Virgen María impone la casulla a San Ildefonso, en agradecimiento por las obras escritas por el santo obispo en defensa de la virginidad de la Madre de Dios; le sigue la unción de los pies del Maestro por la Magdalena; a continuación, Marta y María; y por fin, la comunión de la Magdalena de manos de San Juan. En el cuerpo superior, el Arcángel san Gabriel; la aparición del ángel a las tres Marías al pie del sepulcro; la Virgen de la Anunciación; y la aparición de Jesús a la Magdalena, conocida como el Noli me tángere. En el ático, el Calvario, en el que destaca en primer plano la Magdalena arrodillada, abrazada al pie de la cruz.
La tabla del Calvario corona el retablo dedicado a Santa María Magdalena. La posición de Cristo crucificado en la cima y centro del retablo viene a proclamar que Cristo, cabeza de la Iglesia, es el único mediador entre Dios y los hombres, y su sacrificio en la cruz es el origen de la Iglesia y de todos los sacramentos, que manaron de su costado abierto. En los retablos, indica que la Cruz de Cristo es la culminación de toda la obra redentora, de la que se hicieron copartícipes la Virgen y los santos, tanto en su cruz como en su gloria.
La escena del Calvario se levanta en un plano sobre un fondo de paisaje rocoso en su parte izquierda, y la ciudad de Jerusalén a su derecha, a la que conduce un camino serpenteante. Sobre una cruz casi en forma de tau, se alza la figura de Cristo crucificado, dramáticamente arqueada. Su Madre es la máxima expresión del dolor contenido, con la mirada baja, y las manos cruzadas sobre el pecho, en actitud orante y oferente. Como en los tiempos de la infancia de Jesús, en que María se veía en medio de acontecimientos cuyo alcance no comprendía, y entonces los guardaba y meditaba en su corazón, ahora los recobra de la memoria y los vuelve a meditar y a aceptar: «Fíat mihi secundum verbum tuum» (Lc 1, 38). La actitud obediente de María se halla en plena consonancia con la de Cristo: «Fiat voluntas tua» (Mt 6, 10), «Non mea volutas, sed tua fíat» (Lc 22, 42)_ San Juan exterioriza más sus sentimientos, y abre los brazos en actitud declamatoria. Magdalena, arrodillada, besa los pies heridos del Maestro. El pomo de perfumes recuerda el gesto de la unción en Betania, cuando Cristo dijo: «Al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, lo hizo para mi sepultura» (Mt 26, 12).
El paisaje está concebido con un gran aliento espacial, muy entroncado ya con las corrientes modernas italianas y flamencas. Ésta y las tablas del Arcángel y de la Virgen de la Anunciación, son las que presentan un mejor dibujo y más delicada encarnación por veladuras. Son estudiadas acertadamente las sombras, por medio de una luz reflejada por el lado derecho, con lo que se logra mayor corporeidad en las figuras. Las figuras son esbeltas y elegantes. En las figuras de la Virgen, Magdalena y San Juan predomina la amplia línea curva en los mantos orlados en oro, tema decorativo que será el leit motiv de todo el retablo, obra de los oficiales del taller. Esta línea ondulada va a dulcificar el sentimiento del dolor, en relación con los calvarios flamencos, en los que la línea quebrada les añaden un especial dramatismo.
Como las tablas del Arcángel y de la Virgen de la Anunciación, fueron restauradas por Jesús Mendoza en 2002, gracias al convenio de colaboración firmado entre la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, el Obispado y Parroquia, y el Ayuntamiento de Cala.
A la vista de los análisis realizados en el curso de la restauración, podemos considerar que son las tres tablas en que ha tenido una mayor y más directa intervención del maestro, que, salvo mejor opinión, consideramos se trata de Alejo Fernández. Figuró en la exposición Ave María, en la Casa Colón, en 2002.
Manuel Jesús Carrasco Terriza