En el Monasterio de Oblatas de Cristo Sacerdote, el Crucificado, que preside la capilla conventual, visualiza el lema del Fundador de la Congregación, el segundo obispo de Huelva, venerable Mons. José María García Lahiguera: Sacerdos et hostia, Sacerdote y víctima. La vida de las Oblatas se convierte en una oblación perenne de sí mismas, identificándose con la oblación que Cristo hace de sí en la cruz, siendo, al mismo tiempo, sacerdote y víctima.
La escultura cristífera, de moderna y estilizada ejecución, se halla fijada por cuatro clavos a una cruz plana, de stipes superior mediano, sin tablilla del titulus. Carece de corona de espinas y de potencias, pero tiene suppedaneum. El paño de pureza aparece dorado, de angulosos pliegues, cayendo desde la moña de la cadera derecha en diagonal hasta la pierna izquierda.
Cristo, vivo, tiene la cabeza erguida, vuelta hacia el lado derecho, mirando al coro de las religiosas, en actitud de diálogo amoroso. El rostro aparece lleno de serenidad y afecto: los ojos abiertos, y la boca en conversación. Los brazos se extienden horizontales a la cruz. El torso es ancho, lleno, muy marcados las líneas de los contornos, y resueltos los volúmenes por medio de planos lisos.
La composición es del todo singular, como pensado expresamente para el lugar de contemplación que ocupa. El canon alargado agiliza la imagen, simplifica los volúmenes y dulcifica la pose. Llama la atención la armonía de líneas creada en los relieves periféricos, basada sobre todo en curvas de suave trazado, enlazadas y contrapuestas. Obra de suprema estilización, incorpora las tendencias de simplificación de las formas, para idealizar la figura y articularla en planos geométricos, de gran elegancia. Puede considerarse un bello ejemplo del movimiento de modernización de la imaginería sagrada, por la asimilación y adaptación de la estética cubista.
La escultura se halla firmada en el suppedaneum: «José Vicent». La imagen fue encargada al escultor valenciano, afincado en Madrid, por la Madre fundadora de la Congregación, María del Carmen Hidalgo de Caviedes, con la indicación de que tuviera unción sagrada. Mons. García Lahiguera aconsejó a las religiosas que le tuvieran gran veneración, y que fuera el centro de sus vidas.
Manuel Jesús Carrasco Terriza1
- CARRASCO TERRIZA, Manuel Jesús, La escultura del Crucificado en la Tierra Llana de Huelva, Huelva, Diputación Provincial, 2000, 336-338. ↩︎