Voy a quedarme en la primera lectura que nos presenta este domingo y que puede ser tan actual en nosotros. Verdaderamente nos hace pensar en el tema de tiene la culpa de las cosas que nos suelen pasar por las opciones que tomamos. Nos presenta al principio a la humanidad, nadie quiere reconocer sus errores y uno a otro se echan la culpa de lo que ha pasado. No quiero tener responsabilidad. El caso es que no encontramos a Dios llamando al hombre para pasear a la hora de la brisa de la tarde y cambiar impresiones de todo lo vivido.
Me imagino que Dios se encontrara extrañado de no encontrar a aquellos que siempre estaban dispuestos a compartir vida y trabajo. ¿Por qué no han venido a la cita? ¿Qué ha pasado? “Dónde estás”. La respuesta es más asombrosa todavía, se convierten en excusas y, al igual que hoy, somos incapaces de mirar a los ojos a Dios porque hemos hecho de nuestra vida lo que nos ha parecido, dejando el plan de Dios un poco aparte. Por eso no puedo mostrarme ante ti desnudo, porque mi desnudez habla de vergüenza, de no saber cómo presentarme ante ti y para salvarme, le echo las culpas al otro. La serpiente ya no tenía a quién echarle la culpa… y por ello le tocó arrastrarse por el suelo.
Esta es la cuestión cuesta ponerse delante de Dios y de los otros para reconocer lo que hemos hecho. También hoy el no reconocimiento de los actos que vamos teniendo, nos vuelve incapaces de ponernos delante de Dios, mirarle a los ojos y decir: he sido yo, me he equivocado, perdón.
Y así nos va la vida, mientras tengamos a quién echarle la culpa, seguiremos perdiendo el tiempo en tirarnos unos a otros la pelota de quién ha sido el culpable. Menos mal que tenemos la suerte de saber por experiencia lo que significa la misericordia de Dios. No podemos irnos de su mirada, no podemos dejar de lado su misericordia que tan gratuitamente nos regala para volver a mirar a los ojos sin pensar en la desnudez, esa que hace que no escondamos ni los sentimientos ni los pensamientos y los actos de nuestra vida.
María Jesús Arija García.
Delegación Diocesana para la Educación y Cultura.