«Se pusieron en camino y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos»
Esa estrella representa el anhelo de cambio, de salvación, de sueños por cumplir, de esperanza en encontrar ese lugar que nos cambiará la vida. Una estrella que miles de personas migradas cada día siguen con el deseo que le lleve a ese encuentro con la salvación.
A los reyes de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, los signos de la naturaleza y la luz de Palabra revelada les condujo al objetivo de su camino. A Momar, Fátima y Abdú, les ocurre lo mismo, los signos de un futuro mejor para ellos mismos y su familia y el mensaje de que la vida les puede cambiar inunda sus corazones de valentía y salen de sus lugares de origen en busca de esa palabra revelada que va a conseguir que sus vidas cambie.
Pero por el camino también se encuentran con muchos guardias y Herodes que intentarán aprovecharse de ellos y evitar que lleguen a su destino, levantando muros, lanzando bulos, encarcelando, robando y destrozando sueños.
La liturgia nos presenta la fiesta de la Epifanía en la que vemos cómo el mundo entero, representado en unos extranjeros, unos migrantes, conoció el gran misterio de la Encarnación: Dios se ha manifestado en su Hijo para la salvación de Toda la Humanidad, de oriente a occidente, de norte a sur, a una humanidad sin fronteras. Esta Epifanía nos recuerda que como los magos de Oriente, tenemos la oportunidad de dignificar y socorrer a los más vulnerables, tal como ellos hicieron con la Sagrada Familia.
Secretariado Diocesano de Migraciones