La ciudad de Huelva volvió a convertirse este jueves en un lugar de testimonio público de fe con motivo de la Solemnidad del Corpus Christi, una de las celebraciones más significativas del calendario litúrgico. Fieles de todas las edades se congregaron en la Santa Iglesia Catedral de La Merced para participar en la Eucaristía presidida por el Obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra, y posteriormente en la solemne procesión por las calles del centro de la ciudad.
La celebración comenzó a las 18.30 horas en el templo catedralicio, donde se vivió un clima de profunda oración y recogimiento. En su homilía, el obispo destacó el misterio de la Eucaristía como «presencia real de Cristo», recordando las palabras del Señor transmitidas por San Pablo: “Este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros; haced esto en memoria mía” (Lc 22.19-20).
Mons. Gómez Sierra subrayó que cada Eucaristía “no es un simple recuerdo, sino la actualización viva de la entrega de Cristo”, y afirmó que «no es una representación simbólica, sino un misterio real, por el cual el pan y el vino, aunque conservan su apariencia, se convierten verdaderamente en el Cuerpo y la Sangre del Señor». Animó a los fieles a renovar su fe en esta presencia, «fuente de alegría y esperanza para toda la comunidad cristiana».
El prelado recordó que celebrar la Eucaristía implica también un compromiso con los más vulnerables: “Ponerse a los pies de los hermanos, como hizo el Señor en la Última Cena, es asumir una actitud de servicio, especialmente hacia los más necesitados”. Invitó así a todos a vivir este sacramento con una mirada de caridad concreta y cotidiana.
Al término de la Misa, tuvo lugar la procesión del Santísimo Sacramento por las principales calles de la ciudad. Acompañado por representaciones de hermandades, cofradías, niños de Primera Comunión, autoridades civiles, políticas y militares, y una multitud de fieles, el Santísimo procesionó en una manifestación pública de fe que, una vez más, convirtió las calles en un templo al aire libre.
En este Año Santo de la Esperanza, proclamado por la diócesis, la celebración del Corpus Christi se vivió con especial fervor, como un signo del acompañamiento constante del Señor en medio de su pueblo. “Jesús camina con nosotros”, afirmó el obispo, “y su presencia en la Eucaristía es la prueba de que el amor de Dios tiene la última palabra”.
Desde el Cabildo Catedral se agradece la participación de todos los que han hecho posible esta celebración, así como el testimonio silencioso y fervoroso de quienes, con fe y devoción, han acompañado al Señor en este día grande para la Iglesia local.
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