Primera misa en el terreno del futuro Monasterio Nuestra Señora de la Bondad de Dios

Publicado:
18 junio, 2025
Con esta celebración, la Diócesis de Huelva se convierte en sede del 32º monasterio de la Familia Monástica de Belén, consolidando su compromiso con la vida consagrada y abriendo un nuevo espacio para la contemplación en plena Sierra de Huelva. | Fotografías: Página web de las Hnas. de la Familia Monástica de Belén.

En la tarde del domingo 15 de junio, coincidiendo con la solemnidad de la Santísima Trinidad y en el marco del Día Pro Orantibus, tuvo lugar en la pedanía de Marigenta (Zalamea la Real) la celebración de la Eucaristía en el terreno que acogerá el nuevo monasterio de la Familia Monástica de Belén, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Bondad de Dios. La misa, presidida por el obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra, fue el primer acto litúrgico en este lugar destinado a la contemplación y la vida religiosa. Junto a él estuvieron en la misa el párroco de la localidad, Rafael Carretero Paz, Juan Manuel Arija García, secretario de la CONFER de Huelva, el vicario episcopal para la vida consagrada, José Manuel Barral Ferrer y Jesus Castro consiliario de los scouts de la diocesis de Jerez.

Más de doscientas personas se congregaron junto a la comunidad fundadora —cuatro hermanas de la Familia Monástica de Belén— para vivir una jornada profundamente espiritual, cargada de emoción y gratitud. Entre los asistentes se encontraban vecinos de Marigenta, Zalamea la Real y localidades cercanas, así como fieles llegados desde distintos puntos de España, representantes de comunidades eclesiales y asociaciones, benefactores, voluntarios y autoridades locales, incluyendo al alcalde de Zalamea la Real, Diego Rodríguez.

La celebración se desarrolló al aire libre, bajo la sombra de una gran encina, frente a un icono de la Trinidad de Rublev que presidía el altar y ayudaba a entrar en el misterio de la fiesta. La homilía del obispo destacó el corazón trinitario de la fe cristiana, recordando que “ver a Cristo es ver al Padre” y animando a los presentes a buscar en la vida contemplativa un verdadero oasis espiritual.

Mons. Santiago subrayó que una fundación monástica implica siempre una triple construcción: la personal, la comunitaria y la del propio edificio, y pidió a todos orar por las hermanas que ya viven como “piedras vivas” de esta naciente realidad.

Al concluir la Eucaristía, la asamblea procesionó hasta el lugar donde fue erigida una cruz blanca de cuatro metros, señal visible de consagración del terreno. A sus pies se enterró un cofre con las intenciones de oración y los nombres de más de quinientas personas que han colaborado en esta iniciativa desde su anuncio en diciembre de 2024.

La priora general de la comunidad, hermana Laure Marie, dirigió unas palabras de agradecimiento en nombre de las hermanas, destacando la belleza del lugar y el profundo deseo de que este futuro monasterio sea un espacio de acogida para quienes buscan a Dios. “Este proyecto —afirmó— es audaz, pero confiamos en la bondad del Señor que se manifiesta también en vuestra presencia”.

El ambiente festivo continuó con un momento fraterno compartido entre los presentes, con dulces, refrescos y palabras de gratitud. Una jornada que anticipa la vida de oración, silencio y fraternidad que este lugar desea encarnar.

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