Las parroquias y otros lugares de culto de nuestra diócesis celebrarán el Miércoles de Ceniza, según las medidas establecidas a causa de la pandemia por la Santa Sede, iniciando así una nueva Cuaresma. Por su parte, nuestro obispo, D. Santiago Gómez, presidirá la Misa de Imposición de Cenizas este miércoles, 17 de febrero, a las 19.30 h. en la Santa Iglesia Catedral.
Con la llegada del Miércoles de Ceniza da comienzo una nueva cuaresma, el tiempo que precede y dispone a la celebración de la Pascua. Tiempo especial de escucha de la Palabra de Dios y de conversión, de preparación y de memoria del Bautismo, de reconciliación con Dios y con los hermanos, de recurso más frecuente a las «armas de la penitencia cristiana», como son la oración, el ayuno y la limosna (cf. Mt 6,1-6.16-18).
Una Cuaresma marcada por la pandemia que condicionará la celebración de los cultos y la expresión de la piedad popular, pero que, en ningún modo, ha de significar que éste no sea un tiempo especial para el pueblo cristiano en el que redescubrir el valor de los sacramentos de la iniciación cristiana o el misterio del «éxodo», presente a lo largo de todo el itinerario cuaresmal, entre otros grandes temas y contenidos de la fe cristiana que se desarrollan con mayor intensidad en este momento del año litúrgico. (Ver: Decreto del Sr. Obispo sobre la celebración de cultos, estaciones de penitencia y procesiones de las hermandades y cofradías en la Diócesis de Huelva)
El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de la imposición de las Cenizas, que distingue la liturgia del Miércoles de Ceniza y que este año, según una nota de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, ha sido modificado adaptándose a este tiempo de coronavirus. De este modo, tal como se lee en el documento: “pronunciada la oración de bendición de las cenizas y después de asperjarlas, sin decir nada, con el agua bendita, el sacerdote se dirigirá a los presentes, diciendo una sola vez y para todos los fieles, la fórmula del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». Tras ello, el sacerdote se pondrá la mascarilla para proteger la nariz y la boca. Posteriormente, impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Asimismo, el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.
Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos
de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal.
Por otro lado, con el título Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad, el Papa Francisco ha escrito su mensaje de Cuaresma en el que nos invita a que “renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo”.