El obispo de Huelva, Santiago Gómez, ha presidido esta mañana en la Santa Iglesia Catedral la Misa de Apertura de la fase diocesana del Sinodo 2021-2023, una Eucaristía concelebrada por el vicario general y los vicarios episcopales, miembros del Cabildo, el rector y formadores del Seminario y miembros del clero diocesano, a la que han asistido también seminaristas, religiosos y una representación de la comunidad diocesana de todos los arciprestazgos.
En su homilía, D. Santiago Gómez ha destacado que “la Eucaristía es la fuente de la espiritualidad de la comunión y escuela para la formación en el camino sinodal que emprendemos“. Y ha señalado elementos específicos de la vida cristiana que se encuentran en la celebración eucarística “para ir asimilando la espiritualidad de comunión, necesaria para vivir la sinodalidad”, como son “la confesión de nuestros pecados, la escucha de la Palabra de Dios, la comunión y la misión“.
En relación a la confesión, ha expresado que “la comunión empieza con la reconciliación con Dios y con los hermanos. El pecado es el camino de la división. Caminar juntos –sínodo– implica el reconocimiento de los propios pecados de pensamiento, palabra y omisión, y la petición de perdón. La reconciliación es el camino para vivir la sinodalidad. Para vivir la unidad entre todos los fieles que peregrinamos en esta Iglesia particular de Huelva, necesitamos conversión”.
Asimismo, ha subrayado que “debemos coser sin desfallecer tres redes en las que vive el Pueblo de Dios: la red que constituyen las parroquias, vertebrando todo el territorio de nuestra iglesia particular; la red de la vida consagrada, con sus comunidades de monjas de clausura, comunidades de religiosos y religiosas, y otras formas de vida consagrada; y la red de los movimientos, asociaciones de fieles, nuevas comunidades e instituciones eclesiales. El espíritu sinodal no pretende uniformar la vida de todos, sino contemplarlos en la fraternidad recibida y en el trabajo misionero hecho en comunión que Huelva necesita”.
En cuanto a la escucha de la Palabra de Dios, “antes de hablar de Dios, tenemos que escuchar su Palabra, aprender como discípulos de la Palabra hecha carne, discípulos del Señor Jesús. Este proceso sinodal nos invita a escucharnos unos a otros, pero antes los discípulos deben escuchar la Palabra. El camino sinodal que emprendemos nos invita a dialogar con todos, pero es preciso partir del diálogo con Dios“, ha destacado.
“Originada en Cristo mediante el Espíritu Santo, la comunión es participada por todos nosotros. Teniendo la misma dignidad de bautizados, recibimos del Padre y ejercemos con responsabilidad diversas vocaciones […] La convergencia de esta pluralidad en la unidad es lo que se desea fomentar en este proceso sinodal“, ha añadido.
El obispo de Huelva ha señalado además que “para ser misioneros tenemos que vivir intensamente la comunión eclesial, que se alimenta de la Eucaristía. Unidad experimentada dentro de todas y cada una de las comunidades cristianas, y unidad con la Iglesia local y universal. Donde se impone la diversidad de opiniones en cuestiones de fe o de moral, la Iglesia se desdibuja y pierde poder de convicción. No bastará la modernización de las estructuras sinodales de participación. Es preciso vivir intensamente una verdadera conversión a Dios y a los hermanos. Necesitamos unidad y fervor para evangelizar”.
Por último, ha apuntado que “la comunión realizada por la Eucaristía impulsa hacia la misión. El que participa del Cuerpo de Cristo está llamado a compartir la alegre experiencia con todos. El acontecimiento sinodal que estamos inaugurando estimula a la Iglesia para que salga a evangelizar“.
Y ha terminado con la pregunta clave de la consulta sinodal, poniendo en manos de la Virgen este proceso: “¿Cómo podemos ser verdaderamente Iglesia sinodal viviendo “en salida” hacia todos para ir juntos hacia Dios?”.
La celebración ha contado con el acompañamiento en el canto de la Coral Polifónica de la Catedral, dirigida por Sergio Lazo. En el presbiterio, se encontraba un lienzo de Pentecostés (s. XVIII) procedente de la parroquia de Trigueros, alusivo a la asamblea sinodal que comienza bajo la iluminación del Espíritu y a la protección de María. En las gradas del presbiterio se encontraba igualmente entronizada la Palabra de Dios con el evangeliario.