La tarde, que había amenazado lluvia, ofreció una tregua para que la comunidad parroquial de Cristo Sacerdote pudiera celebrar este importante momento de su historia. Una feligresía que llenó el templo de tal modo que muchos fieles tuvieron que sentarse en el patio central del complejo.
La celebración, presidida por el Obispo, estuvo concelebrada por el vicario episcopal de Huelva-Ciudad, Joaquín S. Sierra, el párroco, Andrés Vázquez, el sacerdote adscrito a la parroquia, Baldomero Rodríguez, el diácono colaborador, Enrique Borrego, y otros diánocos y presbíteros de la ciudad, auxiliados en el altar por los seminaristas que, además, embellecieron la celebración con sus cantos. También un grupo de parroquianos, en representación de la comunidad, participaron en distintos momentos de la liturgia.
A las 19.30 h. se abría la gran puerta lateral de la parroquia para dar paso a la procesión de entrada. “¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la Casa del Señor…!”, resonaba el canto del pueblo. Ya en la sede, de forma simbólica era entregada al Obispo la parroquia con las llaves y los planos y comenzaba de este modo la celebración, con la aspersión del agua a los fieles y a las paredes del templo, recordando, de este modo, el momento del Bautismo, verdadera puerta de entrada a la Iglesia. “Que resuene en este templo la Palabra del Señor”, exhortaba a continuación D. Santiago con el leccionario en alto que era puesto en manos de los lectores para que proclamasen, por primera vez, la Palabra de Dios.
En su homilía, D. Santiago recordó que “el templo que nos acoge es imagen de lo que somos, conciudadanos de los santos introducidos por el bautismo en la Iglesia. En Él, ocupa el centro el altar que hoy consagraremos, signo de Cristo quien es el verdadero lugar de encuentro con Dios”. De este modo, fue explicando el sentido profundo del templo parroquial y todas las estancias que, unidas a él, forman este nuevo complejo y donde se realizará la vida de la parroquia: la catequesis, la caridad, la fraternidad, etc. También tuvo palabras para los miembros de la Hermandad de la Redención muy vinculada y comprometida con esta parroquia y que cuenta también con un espacio para desarrollar su importante labor. “Todo lo que aquí ocurra –continuó– debe alimentarse de Cristo Eucaristía, de los sacramentos y de la Palabra De Dios”. Finalmente, animó a los fieles a seguir anunciando el evangelio de Cristo y congregando a los vecinos a la vida de la Iglesia: “junto a este espacio físico se os da una feligresía, un territorio misionero donde anunciar a Cristo con la satisfacción del que lleva un tesoro en vasija de barro”.
Tras la conclusión de la homilía, llegó el momento de la consagración del templo, para lo cuál, primeramente colocó bajo el altar las reliquias de San Manuel González y de San Enrique de Ossó y, a continuación, ungió con el Santo Crisma, en primer lugar, el altar y, seguidamente, las paredes, haciendo la señal de la cruz en los azulejos dispuestos en los laterales del templo. A continuación, se incensó el altar y a los fieles, pidiendo al Señor que la vida de la comunidad, consagrada al Señor, sea agradable a Dios como el aroma del incienso que se eleva al cielo.
Fue el momento, entonces, de revestir el altar, para lo cual dos mujeres de la parroquia limpiaron con suma delicadeza el altar donde, desde ese momento, se ofrecerá el Santo Sacrificio, y lo revistieron con los manteles blancos. También los seminaristas concluyeron este momento adornando el altar con flores y colocando las velas y el Crucifijo de altar, tras lo cuál, al canto “Señor, tú eres nuestra luz”, se encendieron las velas y se iluminó el altar y todo el templo, acompañado de la explosión de júbilo del pueblo. D. Santiago continuó con la plegaria Eucarística y la consagración, por primera vez, del Cuerpo y Sangre de Cristo.
El párroco, Andrés Vázquez, ha destacado que «este sueño de ver el templo ya construido ha sido posible gracias a la ilusión y empeño de la comunidad parroquial, que ahora podrá seguir creciendo y ser atendida en un espacio más amplio que da mejor respuesta a las situaciones pastorales de hoy».