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La ciudad de Huelva se vistió de fe y devoción en la celebración del Corpus Christi

Publicado:
31 mayo, 2024
Este domingo, 2 de junio, el obispo de Huelva, monseñor Santiago Gómez Sierra, presidirá la Santa Misa Estacional previa a la procesión claustral del Santísimo Sacramento por la seo onubense.

Las calles de la capital se llenaron de fieles que participaron en la procesión del Santísimo Sacramento, que tuvo lugar después de la Misa Estacional en la Santa Iglesia Catedral. La ceremonia fue presidida por el Obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra.

En su homilía, Monseñor Gómez Sierra destacó la importancia de caminar con el Señor. “El Señor, que se ha hecho pan, Él mismo es nuestro camino”, afirmó el obispo. “Solo al caminar con el Señor podemos enfrentar con éxito la peregrinación de nuestra historia personal y colectiva. La Iglesia encuentra su rumbo en la historia y en la sociedad porque el Señor la guía”.

El cortejo procesional estuvo compuesto por autoridades civiles y militares, así como por las hermandades de penitencia y gloria. También participaron los niños y niñas que este año recibieron su Primera Comunión. Tras recorrer las calles de la ciudad, el Santísimo Sacramento fue llevado de regreso a la Santa Iglesia Catedral, donde bendijo a los presentes y fue reservado.

La comunidad católica de Huelva se unió en oración y reflexión durante esta festividad, renovando su compromiso con la fe y la comunión con Cristo. El Corpus Christi es una ocasión especial para recordar la presencia real de Jesús en la Eucaristía y para fortalecer los lazos espirituales entre los creyentes.

HOMILÍA ÍNTEGRA DEL OBISPO DE HUELVA, MONSEÑOR SANTIAGO GÓMEZ SIERRA

Corpus Christi, primer día del Triduo y procesión solemne.

Huelva, 30 de mayo de 2024.

Lecturas: 1Cor 10, 16-17; Sal 22; Jn 6, 51-58

Queridos hermanos y hermanas, amados por el Señor:

Para vivir con hondura religiosa la fiesta litúrgica especial, que estamos celebrando esta tarde, fijémonos en tres momentos que constituyen nuestro encuentro:

Primero, estamos reunidos en el Señor Jesús. En la Iglesia antigua se daba gran importancia a la Misa estacional. El Papa como obispo de Roma o en obispo de cada ciudad celebraba la Santa Misa y los cristianos acudían desde las distintas iglesias de la urbe. Es la statio urbis. Esta tarde nosotros hemos venido de las parroquias en los diferentes barrios de Huelva para reunirnos junto al Señor. Así en esta asamblea se expresa la unidad de la Iglesia con el único Señor que nos convierte en un solo cuerpo. Y este es el sentido más íntimo de la eucaristía que recibimos y adoramos: que al recibir el único pan que es el Cuerpo de Cristo, nosotros mismos lleguemos a ser el único cuerpo del Señor. Así lo hemos escuchado en la Palabra de Dios: porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan (1Cor 10,17).

La eucaristía no es un asunto privado, no se celebra en un círculo de amigos, no es un grupo de personas que comparten la misma ideología. Forma parte esencial de ella que personas de diferentes edades, con diversas opciones, estados de vida, profesión y cultura, distintas posiciones sociales, todos nos unimos en la realidad más grande de la Palabra y del Amor de Jesús, que nos saca de nuestros propios círculos y nos conduce a todos a una nueva unidad a partir de Él.

Entonces en esta tarde en torno al Corpus Christi debemos sentir la llamada del Señor a que nos abramos y nos aceptemos desde dentro unos a otros, reconociéndonos como hermanos y hermanas, y haciendo posible que nosotros como cristianos en la vida cotidiana seamos signos e instrumentos que trabajen en favor de la solidaridad y de la unidad en nuestra sociedad. Particularmente, integrando a los más pobre y excluidos. No olvidemos que en la fiesta del Corpus celebramos el día de Cáritas.

Inmediatamente después, vamos a iniciar la procesión. La procesión del Corpus Christi es un caminar con el Señor. El Señor, que se ha hecho pan, Él mismo es nuestro camino. Sólo caminando con el Señor podemos salir airosos en la peregrinación de nuestra historia personal y colectiva. La Iglesia puede encontrar su camino en la historia y en la sociedad porque el Señor la conduce.

A veces, podemos tener la impresión de vivir en un mundo que ha perdido el camino. Todo cambia constantemente y no dejamos de hablar de progreso. Sin embargo, el mero movimiento, el cambio por el cambio, aunque le llamemos progreso, puede convertirse en un viaje presuroso hacia el abismo, hacia ninguna parte, sin norte ni meta. El progreso sólo puede tener sentido si sabemos hacia dónde queremos ir.

El Corpus Chisti le da a nuestra peregrinación por el mundo el alimento para poder caminar y la orientación definitiva. El que como mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día (Jn 6,51 ss). El Dios hecho hombre, el Dios que permanece con nosotros en la Eucaristía nos muestra el camino. La orientación fundamental está fijada, pero requiere nuestra libertad y determinación para seguirla.

Finalmente, esta tarde nos postramos en adoración ante el Santísimo Sacramento. Nos arrodillamos ante el Señor. Si el Señor se nos da, recibirlo sólo puede consistir en inclinarse ante él, en glorificarlo, en adorarlo.

No está en contra de la dignidad, de la libertad y de la grandeza de la persona humana doblar la rodilla ante Dios, nuestro Señor. Si no reconocemos a Dios como Dios y como tal adoramos, si lo negamos práctica o teóricamente, entonces quedamos reducidos a pura materia, a fruto del azar, a merced de nuestros instintos, caprichos y luchas de poder.

Por el contrario, cuando nos postramos ante nuestro Creador y Señor, nuestra dignidad inalienable de personas queda afirmada en su libertad, inteligencia y capacidad de amar.

Además, al adorar al Corpus Christi, no nos inclinamos ante un poder lejano. Jesús mismo se ha arrodillado ante nosotros para lavar nuestros pies. Nos inclinamos ante aquel que a su vez se ha inclinado, así con este gesto queremos internándonos en el amor que nos ha manifestado, que no esclaviza, sino que transforma. Pidamos al Señor que nos regale el reconocimiento y la alegría de sabernos amados y servidos por Él, y que esta verdad se irradie desde esta tarde a nuestra vida cotidiana.

Que la Virgen Santísima, primera custodia del Señor acogiéndolo en sus purísimas entrañas, nos ayude a vivir unidos gracias a su Hijo Jesucristo, a recorrer el camino de la vida siguiendo su Evangelio y a inclinar nuestras rodillas ante el que es Señor del cielo y de la tierra. Amén.

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