En la memoria litúrgica de Nuestra Señora del Rosario, ha fallecido en Huelva D. Miguel Fuentes Naranjo, Pbro., nacido en Madrid, el 18 de septiembre de 1940. El Señor lo ha llamado a su presencia a los ochenta y cuatro años. El mismo Señor que lo había llamado al sacerdocio. Fue ordenado presbítero el 12 de junio de 1965, siendo sacado así de entre los hombres, para representar a Cristo Cabeza: “ostentando la potestad sagrada en la sociedad de los fieles, (…) para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres”.
Su primer destino pastoral lo tuvo como Ecónomo de la Parroquia de Nuestra Señora de las Flores, de Sanlúcar de Guadiana y Encargado de la Parroquia de Santa Catalina, de El Granado, entre 1965 y 1966. En este último año fue trasladado a Bollullos Par del Condado, como Coadjutor de Santiago Apóstol. En 1967 fue nombrado Director Espiritual del Colegio Menor San Pablo, de Huelva, y en 1968, hasta 1971, Profesor adjunto de Religión de la sección delegada femenina, en el Instituto de Enseñanza Media de Huelva. En 1971 pasó a ser también Profesor adjunto de Religión en el Instituto masculino.
En 1973 se le encargó el cargo de Ecónomo de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, de Huelva. Fue designado Confesor y encargado de la Dirección espiritual del Seminario Diocesano en 1982, comenzando así su faceta de formador de sacerdotes. En 1993 es nombrado Director del Secretariado Diocesano de la Juventud. Entre 1999 y 2009 fue Párroco de la Parroquia de San Rafael Arcángel, de Huelva, así como Administrador Parroquial de la de San Francisco de Asís, de la capital. En 1999 fue nombrado Confesor del Seminario. Entre los años 2009 y 2015 fue Párroco de la del Sagrado Corazón de Jesús, del barrio onubense del Polvorín. En 2006 fue designado como Canónigo de la Santa Iglesia Catedral, de la que fue Adjunto al Penitenciario. En 2015, fue Adscrito y, posteriormente, Párroco Solidario de la de San José Obrero, de Huelva.
Tras una larga enfermedad, en la que fue probado como oro en el crisol, y residiendo en la Residencia Santa Teresa Jornet, de la capital, ha entregado su alma a Dios, que lo llama ahora a una vida eterna junto a Él. Como nos recuerda la liturgia: «Cristo es fuente perenne de la vida/ luz siempre viva de su don. /Cristo es ya vida para siempre unida a toda vida en aflicción./ Cuando la noche se avecina, noche del hombre y su ilusión, /Cristo es ya luz que lo ilumina,/ sol de su vida y corazón».
Que María, Asunta y Coronada, lo acompañe a la Luz que no se acaba. Descanse en Paz.