“La luz de Cristo resucitado inunda esta Noche Santa”

Publicado:
20 abril, 2025
La Santa Iglesia Catedral de la Merced acogió en la noche del Sábado Santo, 19 de abril, la solemne Vigilia Pascual, presidida por el Obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra. La celebración, que comenzó a las 23.00 horas, reunió a numerosos fieles que, en vela, aguardaban el anuncio pascual de la Resurrección de Cristo. Horas antes, a las 9.00 h., la Diócesis vivió con sobriedad la Celebración de la Sepultura del Señor, momento litúrgico en el que la Iglesia permanece en silencio junto al sepulcro, en oración y ayuno, en espera confiada de la Pascua.

Durante la mañana del mismo sábado, a las 9.00 horas, tuvo lugar en la Catedral la Celebración de la Sepultura del Señor, una liturgia sencilla y profundamente contemplativa. Durante este tiempo sagrado, la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte, su descenso al lugar de los muertos y aguardando en silencio su resurrección. Es un día marcado por la ausencia del sacrificio eucarístico: el altar permanece desnudo, sin cruz, ni manteles, ni luces, como signo del luto de la Iglesia. No será hasta la celebración de la Vigilia Pascual cuando se inauguren los gozos de la Pascua, cuya luz y exuberancia inundarán los cincuenta días del Tiempo Pascual.

La liturgia vespertina comenzó en el atrio catedralicio con la bendición del fuego y el encendido del cirio pascual, signo del Cristo resucitado que ilumina las tinieblas del mundo. Posteriormente, ya en el interior del templo, tuvo lugar el canto del Pregón pascual y la solemne Liturgia de la Palabra, que fue seguida por la Liturgia bautismal y, finalmente, la celebración eucarística en la que se proclamó con júbilo la victoria de Cristo sobre la muerte.

Durante su homilía, Mons. Santiago Gómez invitó a los fieles a vivir esta noche como auténticos discípulos en vela, aguardando al Señor con las lámparas encendidas. Compartimos íntegramente su predicación:

HOMILÍA DE MONS. SANTIAGO GÓMEZ SIERRA – VIGILIA PASCUAL 2025

Esta es una noche de vela en honor del Señor. Ya para el pueblo hebreo, recordando la noche en la que el Señor los sacó de la esclavitud de Egipto, se decía: “Será noche de vela, en honor del Señor, para los hijos de Israel por todas las generaciones” (Ex 12, 42). En la estela de esta historia de salvación, también para nosotros esta noche estamos en vela. Es la disposición característica del discípulo de Jesús: “Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame” (Lc 12, 36). En esta Vigilia nos asemejamos a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos, esperan el retorno de su Señor, para sentarnos con Él a su mesa.

En las celebraciones de este Triduo Pascual he querido invitaros a contemplar a Jesús como Cordero de Dios porque, aunque sea un tanto extraño en nuestra cultura presentar a alguien como cordero, sin embargo, cada vez que vamos a recibir al Señor en la sagrada comunión se nos muestra así: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor”.

Hemos escuchado en el Evangelio que dos hombres con vestidos refulgentes se dirigen a unas mujeres, que iban a visitar el sepulcro donde habían depositado a Jesús, y les dicen: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado.” (Lc 24, 5-6). Sí, es verdad, Cristo ha resucitado.

Con la luz de la resurrección podemos contemplar a Jesús como el cordero victorioso celestial. El libro del Apocalipsis, que podemos considerar como el Evangelio del Resucitado, nos presenta al Resucitado de esta manera: “Vi en medio del trono… a un Cordero de pie, como degollado … Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar –todo cuanto hay en ellos–, que decían: ‘Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos’” (Ap 5,6.13). Así el Resucitado se revela ahora compartiendo el trono de Dios, recibiendo con Él la adoración de los seres celestiales e investido del poder divino.

Jesús glorioso, el Cordero victorioso por su resurrección, emprende la guerra contra los poderes del mal que hay en el mundo, presentes hoy como a lo largo de toda la historia. Poderes coaligados, que “Combatirán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes, y con él los llamados, elegidos y fieles” (Ap 17,14). Sí, el Resucitado tiene la última palabra sobre nuestra historia humana, cuyo final será que el Cordero se hará pastor para conducir a los fieles hacia la bienaventuranza celeste: “Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos” (Ap 7,17).

Esta victoria de Cristo, el Cordero celestial, ya es operante entre nosotros, por eso hemos escuchado en el Pregón pascual: “Esta es la noche en que, por toda la tierra, los que confiesan su fe en Cristo son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos”.

El Apocalipsis de san Juan, que nos revela que Dios y el Cordero comparten el mismo trono, expresando la comunión perfecta entre el Padre y Cristo Resucitado, nos habla también de “un río de agua de vida… que brotaba del trono de Dios y del Cordero” (Ap 22,1), (CEC 1137), agua que es fuente de vida para toda la humanidad. Y nos hace una invitación: “quien tenga sed, que venga. Y quien quiera, que tome el agua de la vida gratuitamente” (Ap 22,17). Es la llamada a acercarnos personalmente y a recibir gratis el don de la vida divina, que se nos ha dado en el bautismo y ahora vamos a renovar en esta Vigilia.

En comunión con la Iglesia del cielo, con los profetas y los santos, y con tantas otras personas que gastaron su vida en la tierra dando testimonio de Jesús (cf. Ap 18,24), el Cordero “degollado” (Ap 5,6), con esa muchedumbre inmensa de los que nos han precedido en la fe, nosotros, miembros de la Iglesia peregrina, todavía en la fe y en las pruebas de la vida, en esta Noche santa nos unimos a la alabanza de la gloria de Aquel que se sienta en el trono y del Cordero: “¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos… ¡Aleluya! Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.” (cf. Ap 19,1-2.7). Que nuestra fe en la victoria de Cristo, el Cordero de Dios, sobre el pecado, el mal y la muerte se convierta en una pura alabanza. (cf. CEC 2642)

En esta Pascua del Año Santo 2025 alimentemos la esperanza que no defrauda, experimentando que Jesús Resucitado camina con nosotros, particularmente presente en la Eucaristía, hasta que por su misericordia nos encontremos con Él, cara a cara, en el Cielo; entonces “Ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos” (Ap 22,5). Amén.

La celebración concluyó en un ambiente de alegría pascual, con el canto del Aleluya resonando con fuerza entre los muros de la Catedral, signo visible de la fe de un pueblo que, en la oscuridad del mundo, sigue celebrando la Luz de Cristo Resucitado.

GALERÍA DE FOTOS

Te puede interesar

El Obispo de Huelva preside con solemnidad la celebración de la Pasión del Señor en la Catedral

En una tarde cargada de recogimiento y profundo sentido litúrgico, la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Merced acogió este Viernes Santo, 18 de abril, la celebración de la Pasión del Señor, presidida por Mons. Santiago Gómez Sierra. La ceremonia, que reunió a numerosos fieles, estuvo marcada por la proclamación de la Palabra, la adoración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Comunión, en un clima de oración y contemplación del misterio redentor de Cristo.

Leer más »