El pasado fin de semana, del 30 de mayo al 1 de junio, tuvo lugar el Cursillo de Cristiandad número 385 de nuestra Diócesis de Huelva. Una convocatoria marcada por la intensidad espiritual y la alegría compartida entre los participantes, que vivieron tres días de encuentro, reflexión y renovación personal.
Este Cursillo ha sido, como en tantas otras ocasiones, una auténtica experiencia de vida. A lo largo del fin de semana, los asistentes —acompañados por un equipo de laicos y sacerdotes— fueron introducidos en lo esencial del mensaje cristiano: el amor incondicional de Dios, la salvación en Jesucristo y la llamada a vivir la fe en comunidad.
Con un anuncio Kerigmático —es decir, testimonial, vivencial y profundamente alegre—, el Cursillo propició un clima de apertura y acogida que favoreció el encuentro personal con Cristo. En ese ambiente de gracia, muchos descubrieron, o redescubrieron, la belleza de la vida cristiana y el sentido profundo de vivir con Dios en el centro.
Como recordara san Juan Pablo II, los Cursillos de Cristiandad son “un instrumento suscitado por Dios para el anuncio del Evangelio en nuestro tiempo”. Su formato dinámico y cercano permite no solo a quienes desean profundizar en su fe, sino también a personas alejadas o incluso no creyentes, experimentar una llamada renovadora que transforma corazones.
