Bajo el lema “Orad siempre y no desfallecer”, los Equipos de Nuestra Señora de la Diócesis de Huelva celebraron el pasado domingo 9 de noviembre un Taller de Oración en la Casa Siloé.
El encuentro, desarrollado entre las 10:00 y las 17:00 horas, reunió a matrimonios y miembros de los Equipos de Nuestra Señora en un ambiente de fraternidad y búsqueda interior. Durante la jornada, los participantes profundizaron en la llamada universal a la oración como primer gesto de respuesta al amor de Dios.
La ponente, Dª Carmen Jiménez, destacó que “la primera llamada que Jesús y el Espíritu Santo nos dirigen es la de la oración”, un diálogo donde el creyente descubre el rostro del Padre y su propia identidad. En este sentido, subrayó la importancia de cultivar hábitos que ayuden a mantener viva la relación personal con Dios a lo largo de toda la vida.

A lo largo del taller, los asistentes comprendieron que la oración no es solo una práctica, sino una respuesta a una llamada divina. Cuando Dios ocupa el centro de la existencia, todo se armoniza y adquiere su verdadero sentido. Desde esa experiencia, la oración se convierte en fuente de compasión y ternura hacia el prójimo, ensanchando el corazón del creyente y fortaleciendo su compromiso con los demás.
Otro de los momentos más significativos fue la reflexión sobre la presencia continua de Dios en la vida cotidiana. “Dios no desea que estemos atados a Él por otros lazos que no sean los del amor”, recordó la teóloga, invitando a descubrir los signos discretos con los que el Señor se manifiesta en la naturaleza, en la humanidad de Cristo, en el corazón y en la Palabra.
La Palabra de Dios, insistió Dª Carmen, “es el alimento esencial de la vida espiritual y el camino para entrar en la intimidad divina”. Recordó también cómo Jesús, tentado en el desierto, respondió al mal con la fuerza de las Escrituras, enseñándonos el poder de la oración arraigada en la Palabra.
Tras compartir un almuerzo fraterno, la jornada concluyó con diez consejos prácticos para fortalecer la oración personal: desde la importancia de fijar un tiempo diario y cuidar los momentos de inicio y cierre, hasta la práctica de la oración contemplativa, la Lectio Divina, la escucha sinodal, la oración conyugal y la repetitiva.
El Taller de Oración dejó en todos los participantes un profundo deseo de perseverar en el encuentro diario con el Señor. Como expresaron Andrés Degrado y María del Carmen Alillo, del Equipo 13, “esta jornada nos ayudó a descubrir cómo la oración transforma el corazón y nos acerca más a Dios”.






