La celebración estuvo presidida por el obispo de Huelva, Mons. Santiago Gómez Sierra, y dio comienzo a las 12.00 horas, reuniendo a numerosos fieles en una jornada de especial significado para la vida diocesana.
La Palabra de Dios, luz para la vida familiar
La liturgia de la Palabra ofreció una profunda reflexión sobre las relaciones familiares a la luz de la fe. La primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14), subrayó el valor del respeto y la honra hacia los padres como fuente de bendición y de vida: «Quien honra a su padre expía sus pecados y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros».
En la segunda lectura, de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses, el apóstol exhortó a las comunidades cristianas a revestirse de compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia, invitando a sobrellevarse mutuamente y a perdonarse, poniendo el amor como vínculo de perfección en la vida familiar y comunitaria.
El Evangelio, según san Mateo (2,13-18), presentó a la Sagrada Familia en medio de la dificultad y la prueba, obligada a huir a Egipto para proteger al Niño Jesús de la amenaza de Herodes, mostrando así una familia que confía y busca en todo la voluntad de Dios.

Una homilía centrada en la familia y la esperanza
En su homilía, Mons. Santiago Gómez Sierra invitó a contemplar a la Sagrada Familia de Nazaret como el lugar donde el Hijo de Dios quiso hacerse hombre, recordando que esta celebración, dentro de la octava de Navidad, coincidía con la clausura del Año Santo Jubilar Diocesano, vivido bajo el lema de la esperanza propuesto por el papa Francisco.
El Obispo recordó que el Jubileo ha sido un tiempo en el que la Iglesia ha ofrecido a los fieles el don de la indulgencia plenaria como expresión del tesoro de santidad compartido por la gran familia del cielo, animando a no perder de vista los frutos espirituales recibidos.
A la luz de las lecturas proclamadas, Mons. Gómez Sierra destacó la llamada del Eclesiástico a honrar y cuidar a los padres, especialmente en los momentos de fragilidad y necesidad, así como la exhortación de san Pablo a configurar las relaciones familiares desde el amor, la oración y la centralidad de la palabra de Cristo.
Refiriéndose al Evangelio, subrayó que también la Sagrada Familia vivió situaciones de dificultad, pero supo afrontarlas desde la fe y la confianza en Dios. En este sentido, animó a dar gracias por las propias familias, aun reconociendo sus límites e imperfecciones, y a renovar el compromiso cristiano en los ámbitos privilegiados de la familia y el trabajo.
Como gesto concreto, invitó a ofrecer al Señor, en el seno de cada hogar, prácticas sencillas que fortalezcan el amor: el perdón, una mayor atención a los mayores o enfermos, o la oración compartida en familia, incluso con gestos cotidianos como la bendición de la mesa.
La celebración concluyó con una llamada a poner la esperanza en Cristo, verdadera esperanza que ha guiado el camino jubilar y que sigue sosteniendo la vida de la Iglesia y de las familias cristianas de la Diócesis de Huelva.







