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“Elaboramos un duelo según la educación recibida para la vida”

Publicado:
10 mayo, 2019
Juan Martínez es vicepresidente de la Asociación de Acompañamiento ante el Duelo y la Pérdida (ADUPE), que el próximo martes, 14 de mayo, organiza en la Casa de la Iglesia las III Jornadas de Acompañamiento en el Duelo y la Pérdida.

Huelva acoge unas jornadas centradas en la espiritualidad en el duelo y la pérdida. ¿Qué es el duelo y cuál es su dimensión espiritual?

A lo largo de nuestra vida sufrimos diversas pérdidas de aquello que amamos, de lo que ya no tenemos, materiales o simbólicos. Las pérdidas nos producen daños, nos duelen. El proceso de elaboración, de adaptación a esa pérdida significativa se denomina duelo. El duelo es un estado de pensamiento, sentimiento y actividad que se produce como consecuencia de una pérdida, asociándose a síntomas que afectan a todas las dimensiones de la persona. Es normal y necesario para entenderse en una nueva situación y único según cada persona y cada momento. La espiritualidad que pertenece a la unicidad de cada persona, tiene sus raíces autobiográficas y está en constante desarrollo. Supone un modo de percibir y responder a la vida, lo que da sentido y profundidad a la existencia humana; a través de la relación con Dios y con lo divino, con los demás, con uno mismo, con la creación, apreciando lo trascendente en lo cotidiano… y nos capacita para el perdón, para seguir amando, para reconocer el papel de Dios, para la búsqueda de sentido. También a la hora de afrontar el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. La espiritualidad queda profundamente marcada por el impacto de la adversidad y, al mismo tiempo, es fuente de vida y en el proceso del duelo cobra una especial relevancia (los porqués, el sentido de la vida, del amor, sobre el más allá, un posible reencuentro…), toma de conciencia de lo realmente importante en la vida, la muerte que enseña y recuerda valores.

¿Hasta qué punto estamos educados para gestionar las pérdidas? ¿No crees que tenemos demasiado miedo a la frustración?

El concepto de pérdida no tiene buena prensa, pero las pérdidas y los límites son hechos vitales, inherentes a la vulnerabilidad humana. No estamos educados ni entrenados para afrontar los cambios o pérdidas, ni para acompañar. Sí para la búsqueda constante de la “estabilidad” y de la seguridad. Nos dan miedo los cambios, lo imprevisto. La aceptación de nuestros límites y pérdidas personales nos ayuda a vivir sin angustias innecesarias, a disfrutar de las aptitudes y cualidades que poseemos.

 ¿Cómo podemos entrenar la gestión del duelo?

Aprendiendo a vivir desde las pérdidas, ya que el duelo es el dolor que nos produce una pérdida significativa en nuestra vida. La manera de elaborar un duelo está en relación con la educación recibida para la vida. Es necesario aprender a perder y a ganar, a renunciar y a poseer, a tener y a ceder. Cada pérdida significativa puede ser también una oportunidad de transformación y de crecimiento. Elaborar una pérdida siempre es una manera de madurar. Las pérdidas son el precio que pagamos por vivir, igual que el dolor es el precio que pagamos por amar.

Enmarcado en la Pastoral de la Salud, ¿Cuál es la misión y la visión del Centro de Escucha en Huelva?

La misión es ayudar a personas que sufren por alguna pérdida importante en sus vidas, que las sitúan en un contexto de sufrimiento y de desorientación o confusión y que necesitan acompañamiento en su duelo.  Estaríamos hablando del segundo nivel de intervención, a través de agentes formados para la atención individual, en pareja y/o grupal (en duelos complicados; intensidad, duración y áreas afectadas de la persona). La visión es reconocernos como CESC en pastoral y, con ello, se pretende un buen trabajo pastoral a través de diversas intervenciones o signo de presencias, desde las distintas pastorales; en los momentos secuenciales de la enfermedad, la  muerte y el duelo; sobre el enfermo, el sistema familiar y el grupo o comunidad; a través de un uso adecuado del CESC como recurso específico en sí mismo (en los momentos de enfermedad, muerte y duelo)  y de apoyo transversal (en las varias intervenciones o signo de presencias).

 

 

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