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Vida contemplativa: corazón orante y misionero

Publicado:
14 junio, 2019

La Iglesia dedica este domingo, 16 junio, a orar y tener presentes a quienes permanente oran, como gesto de comunión y gratitud. Cinco monasterios femeninos, distribuidos por la diócesis de Huelva, son el pulmón que sostiene con su oración constante la vida de la Iglesia.

Este domingo 16 de junio, solemnidad de la Santísima Trinidad, se celebra la Jornada Pro Orantibus. Los obispos españoles proponen como lema “La vida contemplativa. Corazón orante y misionero”, a partir  de la constitución apostólica Vultum Dei quaerere del papa Francisco y la consecuente instrucción aplicativa Cor orans. Al mismo tiempo, en el horizonte eclesial cada vez está más cerca el mes extraordinario misionero, que viviremos en el  próximo mes de octubre.

En este contexto misionero, el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los pueblos, ha propuesto, concretamente, «que las comunidades contemplativas monásticas y claustrales se dediquen a un ejercicio de oración y reflexión que pueda ayudar a las Iglesias particulares, a los fieles y a los pastores en su tarea de conversión y misión. En medio del mundo vosotros, hermanos y hermanas, gracias a la radicalidad bautismal de vuestra vocación contemplativa, sois una señal eficaz de la pertenencia filial de cada hombre a Dios. En la vida diaria ordinaria de los monasterios y comunidades vivís la esencia cristiana que representa el corazón de la misión, el centro del anuncio y de todo testimonio evangélico. A nuestros hermanos monjes y a nuestras hermanas claustrales debemos hacer referencia, para que todo, la humanidad y el mundo, puedan ser transfigurados por la misión de Cristo y de su Iglesia, para la gloria de Dios Padre»

La Diócesis de Huelva cuenta con el don de la vida contemplativa presente en cinco comunidades: las Madres Agustinas y las Hermanas Oblatas, en Huelva capital, las Carmelitas de la Antigua Observancia de Villalba del Alcor y Aracena, y, finalmente, las Carmelitas maravillosas de Cumbres Mayores. A todas ellas felicitamos en este día y a Dios agradecemos su presencia entre nosotros, como luz que arde en el candelero y que a todos alumbra y da calidez.

Vida contemplativa. Corazón orante

Hace unos meses el papa Francisco invitaba a los religiosos y religiosas contemplativas «a buscar constantemente el rostro de Dios y a permanecer fieles a vuestra misión de ser corazón orante de la Iglesia».

La vida contemplativa es la voz orante de la Iglesia. La oración que se eleva desde los monasterios es la voz de la Iglesia y de tantos hombres y mujeres que no saben, no quieren o no pueden rezar. Esa oración es la voz de tantas personas que sufren –emigrantes, discriminados, abusados, encarcelados– que no saben cómo expresar su dolor e impotencia. Como los que llevaron al paralítico, los monjes y monjas, con su oración, acercan y posibilitan que la misericordia de Dios llegue a toda persona necesitada. Su oración, como los brazos alzados de Moisés, se elevan para interceder ante el Señor por el bien de toda la humanidad y la Iglesia.

La vida contemplativa es también testimonio y profecía para todos nosotros. Nos enseña a perseverar en la búsqueda del rostro divino; nos recuerda que el Señor debe llegar a ser nuestro tesoro, nuestro principal bien, lo único que basta. A la vez, nos ayuda a descubrir el valor de las cosas y a usarlas como escalera para alcanzar la morada divina, nos testimonian el modo de ver las cosas con la mirada de Dios.

En verdad, las comunidades monásticas, esparcidas en los numerosos monasterios y claustros presentes en la geografía española, son «verdaderas escuelas de contemplación y oración» para todos los bautizados.

Las personas consagradas a la contemplación son como los faros en el mar. No son ellos el puerto, pero indican la ruta para llegar a él. Cuando uno se ha perdido a causa del oleaje y del viento de la vida, el testimonio de los monjes y monjas ilumina, como buen faro, cuál es la meta a la que estamos llamados.

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