Mis queridos hermanos y hermanas:
El Día de la Iglesia Diocesana vuelve a interpelarnos un año más para reavivar nuestro sentido de pertenencia al Pueblo de Dios, que comparte el alimento de la Palabra y de los sacramentos en la parroquia.
Acabamos de concluir el Plan Diocesano de Evangelización que, durante los últimos cuatro años, ha marcado los pasos de nuestra Iglesia diocesana, fortaleciendo el sentido de pertenencia y alentando a la tarea evangelizadora, que traspasa las paredes del templo. La formación, la iniciación cristiana o la caridad son experiencias que, sin duda, ayudan a estrechar lazos entre las familias que conforman nuestra gran familia diocesana.
Sin embargo, esta respuesta exige el sí personal para el bien de toda la comunidad parroquial: tu único sí, sumado al de otros, desde el que cada uno pone su don al servicio de todos. Tal y como se expresa en el lema de este año, “Somos una gran familia contigo. Sin ti no hay presente. Contigo hay futuro”.
La parroquia, como la casa que acoge a toda la familia para celebrar como hermanos, incorporados a la vida de Cristo por el Bautismo, siente el compromiso y la alegría de acercarse este año especialmente a los jóvenes. Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia y, para que así sea, debemos implicarnos todos, porque la alegría plena de la familia llega cuando completa se reúne en casa para celebrar.
El Papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal Christus Vivit, dedicada a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios, titula su tercer capítulo “Ustedes son el ahora de Dios”. Y lo explica: “no podemos decir sólo que los jóvenes son el futuro del mundo. Son el presente, lo están enriqueciendo con su aporte” (CV, 64).
Os recuerdo la llamada del plan diocesano recién clausurado a la evangelización, a “salir a las periferias”. Hoy contemplamos como muchos de nuestros jóvenes habitan esa “periferia existencial” en busca de sentido. El Santo Padre nos señala que “en algunos jóvenes reconocemos un deseo de Dios, aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado. En otros podremos vislumbrar un sueño de fraternidad, que no es poco. En muchos habrá un deseo real de desarrollar las capacidades que hay en ellos para aportarle algo al mundo. En algunos vemos una sensibilidad artística especial, o una búsqueda de armonía con la naturaleza. En otros habrá quizás una gran necesidad de comunicación. En muchos de ellos encontraremos un profundo deseo de una vida diferente. Se trata de verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento”.
Así, desde la formación, la catequesis, la celebración de los sacramentos, la liturgia o la caridad, todos tenemos una misión que refleje en medio del mundo nuestra vida en Cristo, colaborando con la parroquia, la casa de toda la familia. Sin ti no es posible. Contigo en la iniciación cristiana y en la formación de adultos; contigo en la celebraciones de la comunidad parroquial; contigo en el servicio a los últimos de esta sociedad, es posible un presente y un futuro que manifiesten el amor de Dios en Huelva, la alegría de una familia a la que todos quieran pertenecer.
Con afecto os bendigo,
+ José Vilaplana Blasco, Obispo de Huelva