Nuestro obispo, José Vilaplana Blasco, ordenará este sábado, 7 de diciembre (11.00 horas), en la Santa Iglesia Catedral a dos nuevos sacerdotes para nuestra diócesis. Con estas ordenaciones, ya son 147 los presbíteros con los que cuenta nuestra diócesis.
Se trata de Filemón Nkara Esono Mangue (Guinea Ecuatorial, 1979), quien ha estado esta última etapa en la capellanía del Hospital Juan Ramón Jiménez y en la parroquia Sagrada Familia de la capital, en el barrio de El Torrejón, donde ha intentado estrechar aún más los lazos entre la parroquia y el Colegio Diocesano Sagrado Corazón de Jesús.
Por su parte, Enrique Uzcátegui Rodríguez (Venezuela, 1988) ha desarrollado su pastoral los últimos meses como diácono en los municipios de Villablanca, San Silvestre de Guzmán y Sanlúcar de Guadiana. Allí, según expresa, ha experimentado el sentido de familia de Dios, sintiendo en todo momento que el amor debe ser siempre la principal característica de su ministerio.
Ambos fueron ordenados al diaconado de manos de nuestro Obispo el pasado 29 de junio.
ENTREVISTA
Filemón Nkara Esono Mangue:
“Me he fiado de Dios porque sé que Él está conmigo”
Enrique Uzcátegui Rodríguez:
“La visión de Jesús Buen Pastor ha marcado mi vida entera”
Los dos sois de fuera. Filemón, de Guinea Ecuatorial; Enrique, de Venezuela. Ambos acabáis en Huelva siendo ordenados el mismo día. ¿Cómo os sentís en estos momentos?
F. La gente me pregunta que si estoy nervioso y la verdad es que no. Estoy bien y con mucha esperanza. Sobre todo, cuento con las personas y sé que ellas también cuentan conmigo.
E. Al igual que Filemón, no estoy nada nervioso. Simplemente, preparándome con alegría, con entusiasmo, pero con normalidad.
Esta ocasión merece unas tarjetas de recuerdo para las que cada uno habéis escogido un lema. En el caso de Filemón “Sé de quién me he fiado”…
F. Efectivamente, creo que mi proceso y mi discernimiento vocacional han estado marcados por la confianza en Dios. Todo caminar es hacia Cristo y si no tienes la raíz puesta en Dios no puedes seguir hacia delante, porque Dios es el que lleva nuestra vocación y en Él he confiado. He visto a lo largo de este caminar cómo en el momento en el que yo me sentía desanimado, me iba a la Eucaristía o ante el Santísimo y salía de otra forma. Entonces, yo me he fiado de Dios porque sé que Él está conmigo.
Y cuando te fías de alguien la entrega es total.
F: Así es, cuando te entregas a Dios no puede ser otra porque Él es muy celoso: lo que es suyo es suyo, no comparte con nadie, en el sentido de que si Él te ha elegido a ti, tú podrás subir o bajar, pero siempre dirás sí a Él. El que se abandona en Dios, Dios siempre está con Él, tal y como aparece en la Segunda Carta a Timoteo, pese a todas las dificultades que puedas tener. Este abandono en mi proceso del Seminario me ha ayudado a poder decirle que sí en estos momentos.
Enrique, dice Filemón que Dios es celoso, tan celoso que no deja que ni una de sus ovejas se pierda. Es Buen Pastor. Dice tu tarjeta: “¿Me amas? Apacienta mis ovejas”.
E: Sí, ese es un llamado que desde niño he sentido, de una manera u otra. Inicialmente, no sabía que era la vocación sacerdotal, pero sí estar siempre al cuidado de los demás sintiendo que venía de Dios y que partía de ese amor que siento por Dios. La visión de Jesús Buen Pastor ha marcado mi vida entera y, por lo cual, no podía faltar en mi tarjeta.
Estos mensajes son una declaración de intenciones: ¿qué sacerdote queréis ser?
F. Mi experiencia pastoral ha servido, primero, para que yo ame, desee y vea la gran responsabilidad que es ser sacerdote. En el hospital, una mujer de 92 años me llamó “padre” y yo le respondí “hija”. Esto implica que eres padre y no importa la edad. En la parroquia hemos intentado trabajar en familia, como su nombre, Sagrada Familia. Estamos en unos proyectos que, con la gracia de Dios y la ayuda de profesores del Colegio Diocesano, podrán hacer vivir y promover la familia en la parroquia. Del hospital tengo también tantas anécdotas que no terminaría nunca. La verdad es que estoy muy contento y me llevo una frase que me ha dicho el Obispo: “pon tu estilo”. Esto quiere decir ser cariñoso, alegre con los enfermos y darles esperanza. La ternura de Cristo como servidor, que es lo que me lleva a hacer lo que estoy haciendo.
E: Particularmente, es una riqueza compartir el diaconado con Filemón, porque su campo de pastoral es muy diferente al mío. Él ha sido enviado con los enfermos y a El Torrejón, mientras que a mí me han tocado tres pueblos y cada uno especial en su estilo –Villablanca, San Silvestre de Guzmán y Sanlúcar de Guadiana- y cada uno me ha aportado experiencias distintas. Lo que puedo concluir de los tres es el sentido de familia. No somos una empresa o una institución con estructuras, sino la familia de Dios. Lo que más caracteriza nuestro trabajo es el amor, si no hay amor entre nosotros y de nuestra parte hacia la gente no se puede hacer nada porque la gente lo que espera es un padre, un hermano mayor, un amigo, un compañero con el que desahogarse y, sobre todo, que le muestre a Jesús.