Hemos llegado a este año, enormemente difícil, con la necesidad de continuar ahondando en el contenido y el continente de la catequesis.
Empezamos, hace dos años, a dar respuesta, a la necesidad que nos plateaban los catequistas acerca de de la importancia de la formación. Y organizamos un proceso, con tres sedes distintas (Huelva-Andévalo-Sierra) para posibilitar que todos tuvieran acceso a la misma sin la limitación de la distancia. Fue un éxito de asistencia (más de 280 personas y dos años de formación) y de intensidad en los temas a abordar. Ponentes con una amplia trayectoria en el ámbito de la catequesis, alumbraron procesos, modos, fórmulas, que nos invitaban a renovarnos. Y así nos acompañaron formadores de ámbito nacional, andaluz y diocesano. Fue una auténtica gozada. La amplia participación de los catequistas, su implicación y su ánimo, facilitaron el resultado exitoso de la iniciativa. Nos lo hicieron saber. Y nos animaron a continuar.
Fruto de todo esto, y de la confianza del Sr. Obispo en el Equipo Diocesano de Catequesis, nos animó a que pusiéramos en marcha un año de profundización. Hemos apostado muy fuerte, ya que traemos expertos muy bien preparados. Además hemos ofertado, de manera absolutamente novedosa, la formación tanto presencial como on-line.
La catequesis, al igual que la Iglesia, debe ir adaptando la forma de comunicar el mensaje a los hombres y las mujeres del hoy que le toca vivir. Ha sucedido a lo largo de toda la historia. El mensaje se vierte en los modos de las personas para que puedan entender qué dice Dios, cómo concebir y vivir el evangelio, cómo responder a la llamada constante de transformarnos y transformar el mundo. Los niños de hoy son, en su interioridad, iguales a los de ayer. Pero su forma de percibir la realidad, de ver y entender el mundo, de relacionarse, de asumir modelos de vida, cambia. La sensibilidad va adaptándose a los cambios sociales, a los procesos y la técnica. Y la catequesis no puede ignorar nada de esto.
Es bien cierto que el mensaje no cambia. Su esencia, queremos decir. Pero sí la forma de transmitirlo, sí cómo llegar a la profundidad en la que debemos prepararlos para el encuentro con el Señor. Apostamos por una experiencia de encuentro con Jesús, desde la propia realidad antropológica; creemos en la importancia de la Palabra de Dios como anuncio gozoso; animamos a la incorporación a la comunidad cristiana y sabemos que hay que ir renovando el rostro de la Iglesia con las nuevas generaciones. No se trata de transmitir, de forma mecánica, unos conceptos, sino más bien de provocar el encuentro con la persona de Jesús. Y esto en el ámbito de la comunidad.
Tal es nuestro reto. Para eso hay que estar en constante formación y renovación.
