Nuestro obispo presidía la tradicional Oración en el Espíritu de Asís, la tarde de ayer, 27 de octubre, en la iglesia monacal de Santa María de La Rábida. El “Espíritu de Asís” es un impulso al encuentro que inauguró el Papa san Juan Pablo II el 27 de octubre de 1986 en el Encuentro Interreligioso celebrado en la ciudad de Asís, cuando respondiendo a su llamada, rezaron y ayunaron juntos ciento cincuenta representantes de las doce principales religiones del mundo. Un soplo del Espíritu Santo para lograr armonía y paz en el mundo inspirado en el hermano Francisco.
En el transcurso de la celebración, don Santiago, en alusión a la lectura del pasaje evangélico conocido como “El Buen Samaritano” (Cfr. Lc 10, 25-37), invitó a “poner los rostros concretos de personas que viven estos dramas sociales y no detenerse en discusiones teóricas donde se nos agotan las fuerzas y no acabamos dando la respuesta necesaria”. En este sentido, insistió que, “a veces, reducimos la religión a valores y filosofías, a teologías de una u otra corriente, y Jesús nos lleva al terreno de las relaciones concretas. Hoy, cuando rezamos por la paz sabemos que es fruto de la justicia, de la verdad y de la libertad que, cuando faltan, vivimos como una tregua de enfrentamientos larvados o futuros; pero todos esos principios hemos de aterrizarlos en relaciones concretas”.
Sin duda, las relaciones fraternas entre personas y grupos y las políticas públicas eficaces basadas en la fraternidad son la vía adecuada para superar los grandes males de nuestro mundo: la marginación, la soledad, la pobreza, la falta de acceso a servicios básicos, la exclusión social, las graves desigualdades de renta, las persistentes crisis económicas y financieras… Todo, como el papa Francisco explica ampliamente en Fratelli Tutti, es causado por la codicia y el empobrecimiento de las relaciones humanas.
La celebración, que fue acompañada por los cantos del coro del Secretariado Diocesano de Migraciones, ahondó en el sentido de esa necesaria fraternidad universal y amistad social que el Papa promueve en su última encíclica.