La Hermandad de Nuestra Señora de Piedras Albas y con ella todos sus hermanos y fieles y devotos de nuestra amantísima titular han vivido dentro de los actos conmemorativos del 150 aniversario de la fundación de la Hermandad, ocho meses de gracia que Su Santidad, el Papa Francisco, tuvo a bien concedernos con motivo de dicha efemérides.

Ha sido éste un tiempo de peregrinación hasta Piedras Albas que ha traído consigo vivencias y momentos de reencuentros y emociones largamente esperados. Reencuentros no sólo con la familia y los amigos. El más importante ha sido el reencuentro de cada uno consigo mismo, con su fe y su devoción hacia María Santísima de Piedras Albas. Los caminos más importantes han sido los interiores, los que cada uno de los peregrinos ha hecho consigo mismo y con la compañía de María.

Desde el inicio supimos que estos ocho meses de jubileo iban a ser el eje central de todas las celebraciones de una Hermandad que surgió de la necesidad de la unión de fuerzas de dos pueblos vecinos, y que 150 años después sigue siendo el nexo que los une. Estos ocho meses, que abriera nuestro obispo, D. Santiago Gómez Sierra, el pasado 8 de abril, no han venido sino a reforzar nuestros lazos y a aumentar nuestra fe y devoción en María Santísima de Piedras Albas, culminando el día 8 de diciembre con la misa de clausura celebrada por D. Emilio Rodríguez Claudio, quien bendijo las coronas realizadas con plata donada por todos sus devotos. Fue, sin duda, un acto lleno de emociones que vivirán por siempre en los corazones de los que tuvimos la suerte de poder vivirlo y compartirlo.

Que estos ocho meses de gracia no se queden en el recuerdo, sino que sean el inicio de un jubileo continuo, de un peregrinar que no cese y que nos llene del amor de Nuestra Señora de Piedras Albas, por siempre Madre, protectora y patrona de los hijos de El Almendro y Villanueva de los Castillejos.

Luisa Domínguez Martín,
presidenta de la Hermandad de Nuestra Señora de Piedras Albas