Nuestra Diócesis, plagada de ermitas marianas, es también, durante este tiempo pascual, escenario de variadas romerías pascuales. Todas ellas nos están hablando de una piadosa tradición, muy enraizada en la piedad popular de nuestra tierra, y que recoge la que la Iglesia ha venerado desde hace muchos siglos, dando origen a la antífona mariana Regina Coeli, que es una salutación a la Virgen por la resurrección del Señor. Según esta tradición el Señor, tras su Resurrección, se apareció, antes que a nadie, a su Santísima Madre, para que fuera partícipe del gozo pascual.
Esta salutación o felicitación pascual, que se repite en la Iglesia durante todo el tiempo pascual, dice así: Reina del Cielo, alégrate; aleluya. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya. Resucitó según dijo; aleluya. Ruega por nosotros a Dios; aleluya. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya. Porque resucitó en verdad el Señor; aleluya.
Pues bien, en la Diócesis de Huelva, la dimensión mariana de la Pascua se ha traducido en las fiestas marianas que se hacen en este tiempo, comenzando por la de Nuestra Señora de Piedras Albas, en El Almendro y Villanueva de los Castillejos, que peregrinan al Prado de Osma entre el Domingo de Resurrección y el Martes de Pascua. Esa romería es como la apertura de una serie de romerías marianas en la Diócesis: Entre otras, la de Encinasola con la Virgen de Flores en la octava de Pascua; Calañas con Nuestra Señora de la Coronada; Cumbres Mayores con Ntra. Sra. de la Esperanza en el Lunes de Albillo; en Puebla de Guzmán, Nuestra Señora de la Peña, etc. Así, hasta llegar a las romerías de mayo, todavía en la Pascua: la de Nuestra Señora de Montemayor en Moguer; la de Nuestra Señora de la Bella en Lepe; la de Nuestra Señora del Pino en Niebla, etc. Todas esas romerías pascuales tendrán su broche de oro con la de Nuestra Señora del Rocío, en el domingo de Pentecostés.
Realmente la Pascua en nuestra tierra se celebra con un gran acento mariano. Si María esperó, contra toda esperanza, al pie de la Cruz y ante el sepulcro, es lógico que ahora nosotros exultemos con María por la Resurrección de su Hijo. Así lo entendieron nuestros padres y así lo expresa nuestra piedad popular, siempre tan rica y tan profunda: María siempre a nuestro lado en todos los misterios de la vida de Cristo.
Juan de Robles