‘El Rocío y San Juan Pablo II’. La presencia de un papa de Roma en el santuario de la Blanca Paloma ha marcado la historia de la devoción rociera. Diego Capado Quintana puede contarlo en primera persona, porque fue quien recibió a San Juan Pablo II como párroco de Almonte y capellán del Rocío el 14 de junio de 1993.
Las palabras de San Juan Pablo II siguen resonando en las naves de la ermita y en la aldea: “¡Que todo el mundo sea rociero!”.
Diego Capado estuvo de párroco en Almonte hasta 2006, tiempo en el que dedicó la inmensa mayoría de sus homilías en las fiestas dedicadas a la Virgen del Rocío a las enseñanzas dejadas por San Juan Pablo II en aquella tarde. Descubriendo más allá de la belleza de aquellas palabras, la profundidad teológica de las mismas y lo que debe marcar el camino rociero del día a día.
Ahora se convierten en un libro, que constituye no solo un repaso, el recordar aquellos momentos, lo más importante es que viene a poner de nuevo en primer término las palabras del San Juan Pablo II ante la Virgen del Rocío.
Un libro histórico, pero muy actual para la vida de los rocieros
Seguro que muchos tendrán gratos recuerdos de este cura rociero a lo largo de su tiempo como párroco de Almonte y capellán de El Rocío. Este repaso a sus homilías aflorará esas vivencias de un tiempo muy especial para la vida de la devoción a la Blanca Paloma.
Diego Capado Quintana. Nerva, 1942. Alumno del colegio de las Hijas de la Caridad en su localidad natal, estudió en los Salesianos de Utrera e ingreso después en el Seminario de Huelva y estudió Filosofía en el de Sevilla, que concluye en 1961. En la Universidad Pontificia de Salamanca cursa cuatro años de Teología.
El 5 de septiembre de 1965 es consagrado sacerdote a los 23 años por el obispo José María García Lahiguera en Nerva, con dispensa del Papa Pablo VI, dado que la edad para la ordenación debía ser a los 25.
El obispo Rafael González Moralejo le nombra Vicario del Apostolado. Estará de superior del Seminario de Huelva y pasa a Sevilla como rector. En 1972 es nombrado párroco de Nerva, siendo posteriormente enviado a Roma para su doctorado, siendo aquí administrador de la iglesia española de Monserrat.
Pasa a la parroquia de Bollullos donde se encuentra durante catorce años, siendo profesor del Instituto de la localidad y director de la Escuela de Formación Profesional.
Es nombrado párroco de Almonte y capellán del Rocío en septiembre de 1992, profesor del Instituto Doñana, y recibe al papa San Juan Pablo II en su visita el 14 de junio de 1993 en el santuario del Rocío.
En noviembre de 2006 se traslada a Huelva, a la parroquia de la Concepción de la que será su párroco desde el 15 de septiembre de 2008. Es nombrado por José Vilaplana vicario episcopal para la Celebración de la Fe, encargado así de toda la relación con las hermandades. Miembro del Cabildo Catedral, siendo Prefecto de Liturgia y profesor del Seminario de Huelva.