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“No debemos perder de vista nuestra identidad de una Iglesia que promueve el desarrollo humano integral a la luz del Evangelio y en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia”

Publicado:
21 julio, 2022
El sacerdote José Antonio Sosa es el nuevo delegado diocesano de Pastoral Social y Promoción Humana

La propia denominación de la delegación diocesana -Pastoral Social y Promoción Humana- es toda una declaración de intenciones… ¿Qué compromiso tenemos al respecto como cristianos?

El compromiso de los cristianos tiene que ver siempre con la defensa de las personas: ayudar a quienes se han quedado sin trabajo, luchar contra todo tipo de discriminación, reaccionar contra el rechazo a los extranjeros, defender y ayudar a toda persona, sea de la edad que sea, e independientemente del lugar en el que viva maltratada por la sociedad, estar junto a los presos, a los enfermos, sostener a las familias que se hunden, etc. En definitiva, estar al lado de quien nos necesita.

¿Cuál es el ámbito de actuación de esta delegación y cuáles son sus principales retos?

Esta Delegación tiene como función coordinar la labor que se hace en Cáritas Diocesana, Manos Unidas y en los Secretariados Diocesanos de Pastoral Penitenciaria, Pastoral de la Salud y Migraciones. Y como retos principales tenemos los de satisfacer las demandas básicas de los sectores de la población menos atendidos a través del diseño y la ejecución de programas de acción social y el trabajo conjunto con Organizaciones que desarrollen su trabajo en todos los campos mencionados anteriormente.

Se decía en los primeros momentos de incidencia de la pandemia que de esta saldríamos mejores. Desde entidades como Cáritas, Manos Unidas o desde las mismas parroquias el derroche de solidaridad fue patente, pero a estas alturas, ¿qué es lo que no debemos perder de vista?

No debemos perder de vista nuestra identidad de una Iglesia que promueve el desarrollo humano integral a la luz del Evangelio y en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia. Para ello, analiza y atiende las necesidades de los grupos sociales que viven en riesgo de exclusión: migrantes, enfermos, personas vulnerables, trabajadores precarios, encarcelados, seres humanos que padecen explotación y desprotección de la vida humana.

Una de las premisas que abanderan y por las que trabajan instituciones como Cáritas es la de la promoción humana, más allá del carácter asistencial de la labor que se realiza. ¿Cómo conseguir que esto pase de ser un desafío a ser una realidad?

La paralización de la economía ha supuesto una rápida subida del desempleo, el aumento del número de hogares sin ingresos, la incorporación de nuevas familias a la pobreza severa. Nuestras Cáritas han estado y están al servicio de los más necesitados. Esa ha sido nuestra actividad más significativa. Además, pretendemos a través de talleres y cursos capacitar, desarrollar y promover a las personas para que con su trabajo logren su autosuficiencia y dignificación como seres humanos.

El Papa habla de periferias, de descarte y de indiferencia. ¿Qué armas nos da el Evangelio para combatir todas las situaciones que nos alejan de la fraternidad?

Para comprender mejor la vocación del hombre a la fraternidad, para conocer más adecuadamente los obstáculos que se interponen en su realización y descubrir los caminos para superarlos, es fundamental dejarse guiar por el conocimiento del designio de Dios, que nos presenta luminosamente la Sagrada Escritura. Según el relato de los orígenes, todos los seres humanos procedemos de unos padres comunes. En la historia de la primera familia leemos la génesis de la sociedad, la evolución de las relaciones entre las personas y los pueblos. ¿Podremos corresponder alguna vez plenamente al anhelo de fraternidad que Dios Padre imprimió en ellos? La fraternidad está enraizada en la paternidad de Dios. Una paternidad que genera eficazmente fraternidad, porque el amor de Dios, cuando es acogido, se convierte en el agente más asombroso de transformación de la existencia y de las relaciones con los otros, abriendo a los seres humanos a la solidaridad y a la reciprocidad. Por tanto, la mejor arma que tenemos es el Amor de Dios.

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