Concluidos los distintos encuentros programados con las hermandades de la diócesis, en la delegación, afirman, se han encontrado en un proceso de evaluación de la iniciativa, analizando todas las aportaciones realizadas por los asistentes.
La respuesta no ha podido ser más positiva, puesto que han participado alrededor de 800 representantes de las hermandades de la Diócesis y han estado representadas entorno al 70% de las existentes.
Junto a la oración, la convivencia y la formación, se pretendía un proceso de escucha para recabar las necesidades y preocupaciones de las hermandades.
De este proceso han extraído distintas conclusiones que, aseguran, deben analizar en profundidad, al objeto de buscar herramientas que permitan atender las necesidades detectadas y definir estrategias para poder optimizar pastoralmente la labor de las hermandades y cofradías.
Sobre los consejos locales de hermandades quizás el camino sea dotarlos de un contenido pastoral y de extensión colaboradora de la Delegación Diocesana en el territorio.
En esa línea, hace falta impulsar los consejos arciprestales de hermandades en aquellos lugares que por el número de hermandades no sean posibles los consejos locales, para que, junto los consejos parroquiales existentes en los pueblos de mayor población, sean los “agentes pastorales” de la Delegación en el territorio.
Sobre la metodología de los encuentros, las hermandades han valorado muy positivamente el acercamiento al territorio, así como el enfoque de temas, la dinámica de participación y la actitud de escucha con la aportación por los asistentes.
Un elemento a tener en cuenta es que la realidad de las hermandades de la Diócesis es muy plural y asimétrica. Hay diferencias muy significativas de tamaño, de costumbres, de organización…. por lo que habría que tener presente este hecho de la diversidad a la hora de planificar la normativa, la organización, o la pastoral.
Sobre la realidad de la actividad de las hermandades, y salvando las diferencias por territorio, todas coinciden en seguir avanzando hacia la participación parroquial y la actividad pastoral.
Se ha puesto de manifiesto la necesidad de insistir en la formación sobre las exigencias legales que debe cumplir hoy una asociación pública de fieles, sobre las que se va tomando consciencia de manera paulatina de ir subsanando las carencias existentes por desconocimiento. Las hermandades piden un acompañamiento en estas labores.
La formación cristiana es asumida de manera unánime como un pilar fundamental de la hermandad, junto con la caridad y el culto, donde, si bien se vienen realizando muchas actividades, no se contemplan dentro de un plan de formación, aunque incidan en el crecimiento personal y en la fe de los hermanos.
Existe una especial preocupación por la juventud y se demanda aprender métodos para poder formarlos y que se integren no solo en la hermandad sino en la vida parroquial. Se ha apuntado la posibilidad de establecer un proyecto formativo común, donde se ponga en valor nuestra identidad propia de cofrades, y que tenga en cuenta los distintos perfiles de hermanos para diseñar itinerarios formativos adaptados.
Las hermandades también son conscientes de la dimensión caritativa de las mismas, y hacen un esfuerzo enorme en atender las necesidades de los demás desplegando multitud de iniciativas. Se movilizan muchos bienes y recursos y se presta numerosa atención, pero hay la sensación de que se trabaja con más voluntad que acierto. Se ha trabajado en explicar la necesidad de establecer una coordinación con Cáritas y desarrollar acciones conjunta para ser más eficaces.
Como aspectos sobre lo que incidir, es necesario mencionar que, en algunos casos, aún se siguen detectando tendencias de falta de integración diocesana o de ajenidad en temas de pastoral de ciertas realidades de nuestra piedad popular.
En definitiva, concluye la valoración, ha sido una experiencia muy positiva que nos anima a todos a seguir trabajando para seguir avanzando, buscando que las hermandades sean un cauce para la conversión de sus miembros y un instrumento útil de evangelización para los alejados.