“Esta expresión que encontramos en el relato de la pasión según san Juan, la volvemos a descubrir en el último libro del N.T. Apocalipsis: “Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron” (Ap 1,7ª). Es la invitación a contemplar al que murió en la cruz, que es el mismo que vendrá como juez del mundo al final de la historia.”
De esta manera comenzaba Mons. Santiago Gómez la homilía de celebración de la Pasión y muerte del Señor en la Santa Iglesia Catedral. El obispo de Huelva continuaba asegurando que la litúrgica de este Viernes Santo “nos invita a mirar al Crucificado. La Cruz velada se va a descubrir a los ojos de la asamblea de los fieles, con esta llamada: Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.”
“Uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua”
“El Evangelio -ha continuado explicando- subraya la solemnidad de este hecho y el testimonio del que lo cuenta, haciendo como un juramento. ¿Cómo entender el significado de este hecho? Los Padres de la Iglesia lo han relacionado con el relato de la creación de Eva a partir de la costilla de Adán: “Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla … Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán. Adán dijo: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! (Gén 2,21-23). La relación entre el varón y la mujer por la cual son uno del otro y uno para el otro, este modo del hombre y de la mujer se recrea en el Calvario.”
El Crucificado con el costado abierto nos revela la humanidad auténtica
Resaltaba Mons. Santiago Gómez Sierra que “Cristo muerto, abierto su costado por la lanza, nos revela la verdadera forma de ser hombre, saliendo de sí hacia el Padre y hacia los hombres. No ha querido vivir solamente para sí mismo, no ha puesto la conservación de su vida por encima de todo lo demás; sino que su vida ha sido hacer la voluntad del Padre: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió” (Jn 4,34); y darnos a nosotros vida en abundancia: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,10ª).”
“Jesús es el hombre verdadero, el que nos muestra la verdadera humanidad, aquel hacia el cual tiene que encaminarse la condición humana de todos nosotros a fin de llegar a su propia autenticidad. Llegar a ser cristiano es llegar a ser hombre. El costado abierto del Crucificado es el punto de partida de la verdadera condición humana: mirarán a al que traspasaron”, ha subrayado.
Miremos la Cruz y seamos testigos de Cristo Crucificado
Finalmente, D. Santiago ha invitado a orar ante la Cruz de Jesús. “Orientemos nuestra mirada y nuestro corazón hacia el Crucificado en este Viernes Santo.
“Seamos testigos de esta forma de vivir, y así mostremos su rostro a un mundo que evita la mirada de Dios, que ve la Cruz como un signo inútil y, a veces, la elimina de los espacios públicos. Este es nuestro servicio para con todas las personas, porque todos nos encaminamos al juicio del Crucificado, hacia la hora en que nadie podrá sustraerse a su mirada”, finalizó.
Concluida la homilía, se ha llevado a cabo la oración universal que en el día de hoy ha tenido un formato muy solemne y en la que se ha pedido por la Iglesia y la unidad de sus miembros, por la conversión y evangelización de los no cristianos, los gobernantes de las naciones y los atribulados, subrayando de esta manera que el fruto del sacrificio del Señor es universal.
A continuación, se ha adorado la Cruz como signo del triunfo de la donación y del amor supremo de Jesús. Para ello, un grupo de hermanos de la conocida como Hermandad de los Judíos, cuya sede canónica es la parroquia de Ntra. Sra. de La Merced, han portado en hombros la sagrada imagen del Cristo de Jerusalén y Buen Viaje al canto del diánoco: “Mirad el Árbol de la Cruz donde estuvo clavado la Salvación del mundo, ¡venid a adorarlo!”.
Puesto a los pies del presbiterio, los fieles se han ido acercando con un gesto de adoración y depositando su donativo en la bandeja a sus pies cuya colecta va dirigida, en esta tarde de Viernes Santo, para la Custodia de los Santos Lugares.
El altar, totalmente desnudo en este Viernes Santo, se ha vestido sencillamente con el mantel blanco para la comunión, trasladado el Santísimo desde el majestuoso monumento en el que se había hecho la reserva a la conclusión del santo oficio del Jueves Santo.