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Domingo XXXIII Tiempo Ordinario A

Publicado:
16 noviembre, 2023
"Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor" (Mt 25, 14-30).

«De la tarea a la misión; de los talentos a la confianza»

Las lecturas de este domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, como las de la semana pasada (parábola de las mujeres sensatas y de las mujeres necias, Mt 25,1-13), insisten sobre la espera responsable. Se vuelve a leer una parábola con sabor a preparación de los tiempos últimos ‒estamos en final del año litúrgico‒ aunque el verdadero objetivo del evangelista es la respuesta en los tiempos “penúltimos”, es decir, en el ahora de la comunidad. Veamos, a continuación, cómo leer esta parábola en el contexto de la celebración dominical.

En la parábola de Mateo, al repartir los talentos da a cada uno «según su posibilidad», mientras que en el paralelo de Lucas (Lc 19,11-28) reparte de manera equitativa. Del mismo modo, mientras que Lucas habla de una «mina», una unidad de medida cuyo equivalente del salario de unos tres meses de trabajo, Mateo menciona una cantidad muy superior, el «talento», que en la época de Jesús, valía aproximadamente a seis mil denarios y, por tanto, a unos veinte años de salario de un jornalero ordinario. En todo caso, en Lucas se destaca la equidad y una cierta mesura, mientras que Mateo pone de relieve la capacidad de cada uno y una cantidad estratosférica.

Es necesario detenerse en la figura del tercer siervo. Los dos primeros siervos, fieles y dignos de confianza, recuerdan a las mujeres sensatas de la parábola anterior, por eso los lectores sospechan que su destino será permanecer afuera (25,30). Por eso resulta sorprendente la larga discusión intercalada entre el señor y su siervo perezoso. Precisamente aquí, los lectores van a aprender algo importante y a recibir significativos impulsos de acción para el comportamiento que se espera de ellos en vistas del tiempo final ya iniciado. El diálogo trasciende los límites del relato y funciona como una propuesta de acción para los cristianos de cualquier época.

Los lectores aprenden con esta parábola que tienen que proceder de forma consciente y responsable con lo que se les ha confiado, porque tienen que rendir cuentas al Hijo del Hombre tanto de lo confiado como de su actuación. Este aspecto de la rendición de cuentas y del juicio es el que luego trata más detalladamente Mateo en la parte final del discurso escatológico (25,31-46). De alguna manera, más adelante detalla claramente las preguntas del examen: «¿Cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?» (Mt 25,37-39).

En la parábola de los talentos se trata, como se decía al inicio, sobre la actitud de la espera activa (¿no es esto la esperanza?) de la venida del Hijo del Hombre. Sin embargo, el centro no lo ocupa el que viene, sino que la mirada se dirige más bien a los hombres: ¿qué hacen o deben hacer mientras esperan al que viene? En esta parábola Mateo parte del hecho de que también el Hijo del Hombre espera algo de nosotros, que es lo que debemos hacer durante el tiempo de nuestra espera. Así, este tiempo no debe ser una espera pasiva, indolente, sino plena, de una acción consciente y responsable, que corresponda a la voluntad de Dios. Y los lectores ya saben que en esa conducta lo que cuenta es dar frutos (Mt 21,33-43).

En definitiva, la parábola sobre los siervos presenta las diferentes posibilidades de actuación que los cristianos tienen ante cualquier situación. Los talentos invertidos de los dos primeros siervos y el talento enterrado del tercero son las actitudes ante la tarea, más bien la misión, que les ha sido confiada. Hoy, como siempre, las pequeñas tareas muestran la fidelidad a la misión; los talentos entregados son la confianza de Dios en el hombre.

Isaac Moreno Sanz,
Dr. en Teología Bíblica.

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