La Catedral de Sevilla acogió este sábado 18 de noviembre la solemne eucaristía y beatificación de Manuel González-Serna Rodríguez, sacerdote, y 19 compañeros mártires de la persecución religiosa del siglo XX en España. La celebración fue presidida por el cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en representación del papa Francisco, que el pasado junio reconoció el martirio de estos siervos de Dios, asesinados por odio a la fe en 1936, al inicio de la Guerra Civil, y concelebrada por el arzobispo de Sevilla, y los obispos auxiliares de aquella diócesis, así como por el Nuncio de Su Santidad y los obispos de Huelva, Cádiz y Ceuta, Asidonia-Jerez, Almería, Canarias y auxiliar de Madrid, así como cientos de sacerdotes de diversa procedencia, especialmente de aquellos lugares de donde procedían los nuevos beatos.
Una nutrida representación de la Diócesis de Huelva, encabezada por nuestro Obispo, Monseñor Gómez Sierra, participó en la ceremonia a la que acudió, del mismo modo, una representación de la Curia diocesana, del Cabildo Catedral, de las comunidades parroquiales de las que procedían o en las que habían trabajado pastoralmente algunos de los mártires, se hicieron presentes en Sevilla: sacerdotes, diáconos y fieles, así como instituciones: la Parroquia Mayor de San Pedro de Huelva, el Seminario Diocesano, las parroquias de Alájar, de Aracena, de Cortegana, de Beas, de Bollullos del Condado, la Hermandad de Nuestra Señora de la Cinta, etc.
Los nuevos beatos son diez sacerdotes, un seminarista y nueve seglares, ocho hombres y una mujer, que pertenecían a distintas diócesis, congregaciones y movimientos eclesiales. Entre ellos, hay siete que se pueden considerar como mártires de la provincia de Huelva, bien porque nacieron en ella, bien porque trabajaron pastoralmente en la misma. Se trata de los sacerdotes Manuel González-Serna, Mariano Caballero Rubio, Antonio Jesús Díaz Ramos, Pedro Carballo Corrales, Miguel Borrero Picón y los laicos Manuel Palacios Rodríguez y Cristóbal Pérez Pascual.
El lema de la beatificación ha sido “Ofrecí mi vida al Señor y Él la ha aceptado”, una frase que pronunció el padre González-Serna, el más conocido de los mártires, antes de ser fusilado junto a su hermano y otros cuatro sacerdotes en el cementerio de San Fernando de Sevilla. González-Serna fue el creador de las Escuelas del Sagrado Corazón.
En su homilía, el cardenal Semeraro destacó que Jesús “no es un vendedor de ilusiones; no es un propagandista que muestra a sus clientes todo fácil y al alcance de la mano. La vida cristiana -añadió- no es un paseo, sino una misión arriesgada”.
El purpurado invitó a los allí presentes y a los fieles a reflexionar sobre el sufrimiento y la prueba. Dicho mensaje, centrado en San Pablo, estuvo sustentado en las “pruebas de la vida -aclaró- pueden ayudarnos a madurar y, teniendo en cuenta nuestra fragilidad, no vivir compitiendo con nuestras fuerzas, sino compartiendo nuestras debilidades. Nos ayudan a abrirnos a una comunión humana”.
Especialmente emotivos fueron los momentos en que se descubrieron, en el momento de la beatificación, los lienzos que representaban a los veinte mártires y se introdujeron sus sagradas reliquias mientras se cantaba un canto de alabanza y las campanas de la Giralda fueron echadas al vuelo. En la catedral de Huelva y en algunas parroquias onubenses repicaron también las campanas en esos precisos instantes.
La beatificación de los mártires de Sevilla se retransmitió en directo por varios medios de comunicación y redes sociales, para que pudieran seguirla todos los que no pudieron asistir presencialmente.
NUEVOS BEATOS
Los nuevos beatos, relacionados de una u otra forma con nuestra Diócesis, y cuya fiesta litúrgica se celebrará el 6 de noviembre, son los siguientes:
BEATO MARIANO CABALLERO RUBIO, PBRO.
El beato Mariano Caballero Rubio nació en Alájar en 1895. Entró en el Seminario de Sevilla con 23 años, siendo ordenado presbítero en dicha ciudad el 22 de diciembre de 1923. Sus primeros destinos pastorales los tuvo en Lepe (1923); El Villar (1923-1924); en Aracena y Carboneras, concretamente como capellán de las Madres Dominicas y como párroco de la de San Antonio Abad de Carboneras (1924-1928). De allí pasó como párroco a Linares de la Sierra (1928-1930). Posteriormente, ya en Huelva, fue nombrado coadjutor de la Parroquia de la Purísima Concepción y capellán de las Hermanas del Santo Ángel. En 1934 pasó como coadjutor a la Parroquia Mayor de San Pedro, cargo durante el cual le llegó el martirio.
Ante la persecución religiosa, el 22 de julio de 1936, intentó refugiarse en Punta Umbría, donde al llegar fue detenido por su condición sacerdotal. Desde allí fue devuelto a Huelva en la canoa “Dolores”. Al llegar a la capital, a pesar de haber sido protegido por la Guardia Civil y por el presidente de la Diputación, que pidió un coche para su traslado junto a otro sacerdote, en el muelle fue martirizado. De allí le llevaron a la Casa de Socorro y al Hospital de la Merced, donde entregó su alma a Dios resignado en sus manos, el día 23 de julio a la edad de cuarenta años. Su cuerpo fue exhumado en el Cementerio de Huelva el pasado 4 de noviembre y llevado a la Parroquia Mayor de San Pedro, donde a partir de su beatificación serán venerados sus restos.
BEATO MIGUEL BORRERO PICÓN, PBRO.
Era natural de Beas, donde nació en 1873. Con 17 años ingresó en el Seminario de Sevilla, donde fue ordenado presbítero el 13 de septiembre de 1903. Su primer destino pastoral lo tuvo como coadjutor de Cortegana (1904-1905), pasando después como párroco a Castaño del Robledo (1905-1909) y al Villar (1909) como encargado de aquella Parroquia, así como a Lepe (1910) como ecónomo y a su pueblo natal de Beas (1910-1911) como regente. Entre 1911 y 1915 estuvo en Moguer como capellán de las HH. Esclavas del Divino Corazón de Moguer, cuando fue nombrado ecónomo de Rosal de la Frontera (1915-1919), en ese último año opositó y obtuvo en propiedad la Parroquia de Santa Olalla del Cala, donde estuvo hasta 1923 en que fue nombrado coadjutor de Santa María de la Mesa, de Utrera (Sevilla), cargo que ejerció hasta su muerte, tras su detención por su condición sacerdotal el 19 de julio de 1936. Fue martirizado el 26 de julio, cuando contaba 62 años de edad.
BEATO ANTONIO JESÚS DÍAZ RAMOS, PBRO.
Nacido en Bollullos Par del Condado en 1896, hijo del organista de la Parroquia de Santiago. En 1909 ingresó en el Seminario de Sevilla, donde fue ordenado presbítero el 19 de diciembre de 1920. Todo su ministerio sacerdotal lo realizó en Cazalla de la Sierra, Parroquia de la que fue nombrado coadjutor el 10 de marzo de 1921, cargo que ejerció hasta su nombramiento como ecónomo en 1931. Allí desarrolló su misión con verdadero celo apostólico. Por su condición sacerdotal fue detenido el 18 de julio de 1936 y martirizado el 5 de Agosto a los 39 años de edad.
BEATO MANUEL GONZÁLEZ-SERNA RODRÍGUEZ, PBRO.
Nacido en Sevilla en 1880. Ingresó en el Seminario hispalense en 1894, siendo ordenado presbítero el 20 de septiembre de 1902,de manos del beato Marcelo Spínola y Maestre. Primero fue capellán de las Esclavas en Sevilla. En 1905 fue destinado como regente de la Parroquia Mayor de San Pedro, de Huelva, junto al arcipreste San Manuel González, de quien fue un gran colaborador, como en el caso de la creación de las Escuelas del Sagrado Corazón. En 1909 fue destinado a Trigueros, como rector de la misma, donde estuvo hasta 1911, en que opositó y obtuvo el curato de Constantina (Sevilla), donde desarrolló una labor apostólica importante. Fue martirizado en la propia iglesia parroquial de Constantina, después de haber sido vejado y maltratado, el 23 de julio de 1936, a los 56 años de edad.
BEATO PEDRO CARBALLO CORRALES, PBRO.
Natural de Ubrique (Cádiz), nació en 1886. Ordenado presbítero el 18 de diciembre de 1910 en Sevilla. Su primer destino pastoral lo tuvo en Huelva, como capellán de la Beneficencia municipal (1911-1918). Posteriormente tuvo varios destinos: coadjutor de San Eutropio de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), regente de Alcolea del Río (Sevilla) y, por último cura de Guadalcanal (Sevilla) en 1919, donde permaneció hasta su Muerte martirial el 6 de Agosto de 1936, a los 49 años.
BEATO MANUEL PALACIOS RODRÍGUEZ, FIEL CRISTIANO LAICO
Nació en Aracena en 1887. Siendo ya vecino de Cazalla de la Sierra (Sevilla), casó allí. Se dedicaba al laboreo de las tierras familiares y al cultivo de viñas. Fue un hombre comprometido con la Iglesia, ya fuera desde su participación en política o como miembro destacado de la comunidad parroquial de Cazalla. Fue martirizado in odium fidei el 5 de agosto de 1936, con 59 años de edad, junto a su hijo, el seminarista Enrique Palacios Monrabá. Previamente había encargado a su viuda que no denunciara ni tomara represalias contra sus asesinos.
BEATO CRISTÓBAL PÉREZ PASCUAL, FIEL CRISTIANO LAICO
Nació en Alájar en 1887. Miembro destacado de la comunidad parroquial de Cazalla de la Sierra, donde ejercía su profesión de farmacéutico, dotado de una gran caridad para con los pobres. Fue martirizado in odium fidei el 5 de agosto de 1936 a los 48 años de edad.