Este pasaje no se debe tomar en modo literario como una simple narración de eventos, sino que hace falta entender el significado de lo que se nos cuenta. Lucas, nos dice que la resurrección de Jesús no ha sido una invención, y que sólo con la fe en Dios, los discípulos consiguen recordar su promesa.
El camino de la fe no es un hecho de demostración de una tesis, como en el campo científico, sino de confianza incondicional en Dios. La resurrección de Jesús es un evento real, pero que no podemos demostrar.
Los discípulos, que antes estaban destrozados por la muerte de su maestro, ahora se vuelven a encontrar animados por una certeza: Dios no ha abandonado ni a Jesús, ni a ellos. Continúan así con intención de caminar por la verdad, el camino y la vida continuando el camino llevado a cabo por Jesús.
Este trozo del Evangelio nos hace disfrutar de un encuentro físico entre los discípulos y Jesús. También nosotros debemos intentar siempre hacerlo presente a Él en medio de nosotros en las pequeñas cosas cotidianas.
Que Jesús resucitado no sea un fantasma lo demuestra el hecho de que Él coma pescado delante de sus discípulos, mientras que los muertos no comen. Él se hace visible y reconocible en la cotidianeidad y por tanto en nuestro camino, que debe ser el camino de Jesús que hace actos concretos y directos.
Nos pide concreción en la vida y la autenticidad de ser cristianos con C mayúscula. Y no nos dice que la vida no esté llena de problemas todos los días. Pero si cada día, y puestos en el amor que Jesús nos enseña, continuamos luchando contra la discriminación y somos solidarios; si cada día somos responsables de nuestras acciones de ciudadanos honestos y de cristianos conscientes, entonces no nos faltará la paz para vivir de manera auténtica.
Como dice Igino Giordani : “ La resurrección de Cristo debe ser el renacimiento de nuestra fe, esperanza y caridad: victoria de nuestras obras sobre las tendencias de la muerte. Renacimiento de cada uno, en unidad de afectos, con el vecino; y de cada pueblo, en concordia de obras, con los otros pueblos.”
Nuestro deseo de cada día debería ser, poner en práctica el mandamiento del amor explicado por Jesús a los discípulos; el amor concreto en la propia familia, y en nuestra sociedad hacia nuestro prójimo.
Este es el camino de Jesús hecho de concreción, cotidianeidad y humildad.
Mª de la Cinta Martín Cartes y Ciro Castro Pérez
Matrimonio de acogida del Centro de Orientación Familiar diocesana de Huelva