Preside la Catedral de Huelva la escultura de la Virgen de la Cinta, siempre atribuida a Martínez Montañés[1], y recientemente documentada y fechada en 1616 [2], que puede considerarse como una de las más felices creaciones de la imaginería barroca. Así quedó patente en la Exposición Montañés, maestro de maestros, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en 2019[3], donde lució en todo su esplendor. Recordemos brevemente su historia.
Cuando don Manuel Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, señor de la villa de Huelva y conde de Niebla, fundó en 1605 el convento mercedario onubense, dispuso: “Iten que todos los sábados del año el dicho convento ha de ser obligado a decir la Salve en tono delante de la imagen de Nuestra Señora de la Cinta, que ha de estar en el altar mayor de la dicha iglesia con una oración y conmemoración por sus Excelencias y los descendientes de su casa”[4].
Gracias a las investigaciones de Romero Dorado y Moreno Arana sabemos de un pago de 150 ducados efectuado en 1616 por “la hechura de la imagen de Nuestra Señora que hizo Juan Martínez Montañés escultor para la iglesia de Nuestra Señora de la Merced de Sanlúcar”, con una anotación marginal que dice que “la hechura de la imagen de Nuestra Señora no fue para el convento de Sanlúcar sino para el de Huelva y a él se llevó en 4 de septiembre de 1618”[5].
La imagen fue trasladada en barco. La llegada por la ría tuvo lugar el 4 de septiembre, “haciendo su entrada triunfal por la Calzada, sobreabundante de gallardetes y reposteros, a los acordes de las salvas, de las músicas y del sonoro volteo de las campanas de la villa”. Fue recibida en el Arco de la Estrella por las autoridades, clero secular y regular, y el pueblo en masa[6].
En el acta capitular onubense de 6 de septiembre de 1618 se dice: “Su Excelencia el Duque nuestro Señor que de presente se halla en esta villa con mi Señora la Duquesa ha mandado que se haga fiesta para llevar la imagen que sus Excelencias trajeron de la ciudad de Sanlúcar para el convento de Nuestra Señora de la Merced que se ha de llevar de la iglesia del Señor San Pedro al dicho convento el sábado que viene día de Nuestra Señora en procesión general para lo cual se han de toldar y aderezar las calles y hacer danzas y otros regocijos de ministriles y músicas.” [7].
El traslado desde San Pedro a su iglesia, se haría en “una procesión muy solemne a la dicha imagen desde la calzada hasta Nuestra Señora de la Merced que es su propia casa en la cual ha de asistir todo el lugar, clerecía y frailes de todos los conventos y que para esto haya dos danzas y los ministriles y toda la infantería que se pudiere llegar y que se le notifique a los mayordomos de cofradías que con las insignias y estandartes acudan a la dicha procesión so pena de cada dos mil maravedís y que para la entrada de Sus Excelencias aquella noche se haga una gran máscara de todo el lugar con la mayor ostentación que se pueda”[8]. El día señalado para el traslado de la imagen a la iglesia conventual fue justamente el día 8 de septiembre, en que se celebra la fiesta de Nuestra Señora de la Cinta[9].
La imagen responde al modelo iconográfico de Virgen Hodegetria, o conductora, de pie con el Niño en su brazo izquierdo, quien mira y bendice a sus fieles. Carece de los atributos de la imagen mural de la Virgen de la Cinta, en su ermita[10], puesto que en principio fue encargada para el convento mercedario de Sanlúcar de Barrameda. La imagen montañesina corresponde a la etapa magistral del autor (1606-1620), y se relaciona con el relieve de la Purificación, de San Francisco de Huelva (1606) hoy en Santa Clara de Moguer, y con los encargos del mismo conde de Niebla para el monasterio de San Isidoro del Campo (1609-1613). La disposición del Niño Jesús en esta obra es similar a la de la Purificación y a la Adoración de los Pastores, de Santiponce. A la monumentalidad de la composición se añade la dulzura de los rostros, y a los amplios volúmenes de los paños, las exquisiteces artísticas de los menudos pliegues.
Ultimada la restauración del edificio en 1977, la imagen preside de nuevo la capilla mayor, en su amplio camarín y hornacina, diseñados por el arquitecto Rafael Manzano.
Manuel Jesús Carrasco Terriza
[1] J. Hernández Díaz, Martínez Montañés. El Lisipo andaluz, Sevilla, 1976, pp. 61, 99. J. M. González Gómez, y M. J. Carrasco Terriza, Escultura mariana onubense, Huelva, 1981, pp. 341-343.
[2] A. Romero Dorado y J. M. Moreno Arana, “Juan Martínez Montañés y los Guzmanes: La Virgen con el Niño de la Catedral de Huelva”, en BSSA Arte, 83 (2017) 193-210.
[3] M. J. Carrasco Terriza, “Virgen de la Cinta, 1616”, en Montañés, maestro de maestros, Catálogo de la exposición, Edic. Ignacio Cano Rivero, Ignacio Hermoso Romero, María del Valme Muñoz Rubio, Museo de Bellas Artes de Sevilla, 29 de noviembre de 2019 – 15 marzo de 2020, Sevilla, Junta de Andalucía, 2019, pp. 236-238.
[4] D. Díaz Hierro, Historia de la Merced de Huelva, hoy Catedral de su Diócesis, Huelva, 1975, p. 97.
[5] A. Romero Dorado y J. M. Moreno Arana, o.c. p. 196.
[6] D. Díaz Hierro, o.c., pp. 97-102.
[7] Archivo Municipal de Huelva, Actas Capitulares, año 1618, f. 120. A. Romero Dorado y J. M. Moreno Arana, o.c. p. 197.
[8] Archivo Municipal de Huelva, Actas Capitulares, año 1618, f. 117v. A. Romero Dorado y J. M. Moreno Arana, o.c. p. 196.
[9] D. Díaz Hierro, o.c., pp. 97-102.
[10] M. J. Carrasco Terriza, “Iconografía de la Virgen de la Cinta, Patrona de Huelva”, en Estudios Marianos 84 (2018) 367-387.