Con esta campaña se quiere, un año más, insistir en la necesidad de poner a las personas en situación de sin hogar en el centro de nuestra mirada política y social, defendiendo una perspectiva global de derechos que facilite un proceso integral de inclusión. Toda persona y familia tiene derecho a disfrutar de un hogar digno y adecuado, permanente y en paz.
Los últimos informes de Cáritas y la Fundación Foessa han ido dibujando un panorama de sombras y dificultades emergentes en nuestra sociedad, a los que se suma la llegada de personas huyendo de guerras, sequías y violencia, y que arriban a nuestras fronteras territoriales, sociales y emocionales en busca de una justa paz, libertad y esperanza.
- Las situaciones de exclusión son mucho más severas, especialmente en el plano psicoemocional.
- La problemática de la vivienda se agudiza. Los alquileres insostenibles, falta de vivienda pública y de protección social, hacen que muchas personas vivan en un continuo estado de incertidumbre y aumente el riesgo de sinhogarismo.
- La precariedad laboral está a la orden del día y dificulta a muchas personas a vivir con estabilidad e iniciar proyectos vitales nuevos.
- La situación de exclusión se agrava si, además, la persona está en situación de irregularidad administrativa, un colectivo que también es cada vez mayor.
Este contexto de clara desprotección nos conduce a un modelo de sociedad que descarta a las personas más frágiles y vulnerables, algo que nos impulsa a continuar trabajando en la sensibilización social e interpelando a las administraciones públicas, garantes de los derechos de todas las personas.
Cáritas camina junto a las personas sin hogar
La grave situación de exclusión, invisibilidad y sufrimiento que sufren las personas sin hogar hace que nuestro trabajo tenga un eje de acción preferencial con este colectivo. Para la institución es prioritario responder de manera integral a las necesidades que estas personas presentan, siempre desde el objetivo de establecer un acercamiento e iniciar procesos encaminados a la recuperación de la autonomía y la inclusión social.
Para ello, en Cáritas Diocesana de Huelva trabajamos desde el centro de día de personas sin hogar en el que atendemos a más de 900 personas al año y contamos con 5 recursos de acogida que tienen 47 plazas. Toda esta red consiguió acompañar a más de 1000 personas el pasado año con la colaboración de más de 60 personas voluntarias.
Perfil de las personas atendidas
Durante el año 2023 Cáritas Diocesana de Huelva atendió a 1072 personas en situación de sin hogar. Un 83% fueron hombres y el 43% de nacionalidad española. La mayoría tiene entre 18 y 55 años, están solteros, tienen baja cualificación y presentan ausencia de apoyo familiar y social.
En cuanto a las problemáticas que más les afectan son la salud mental, la escasez de recursos económicos, las adicciones o la falta de permiso de trabajo.
“El camino de Santiago es largo y está lleno de obstáculos”
Como dice la campaña, el camino de las personas sin hogar es largo y a menudo está lleno de dificultades que limitan el acceso a derechos y servicios imprescindibles para la recuperación de la autonomía y la inclusión. Algunas de estas trabas son la dificultad manifiesta en la relación administración-personas determinada por la digitalización de las gestiones, el retroceso en la cuestión de los plazos relativos a la gestión de plazas para mayores por exclusión y de la propia gestión de la dependencia y es especialmente grave la situación de exclusión de las personas migrantes en situación irregular que no tienen cabida en el sistema de atención a personas sin hogar.
Caminemos juntos
En un camino lleno de dificultades y retos, siempre surge la posibilidad de encontrarnos. “Caminemos juntos” es una llamada al encuentro, es una oportunidad para acercarnos, conocer y dejar que sean las propias personas en situación de sin hogar las que puedan expresar quiénes son, qué viven, qué buscan y qué esperan.
Las personas sin hogar necesitan ser vistas, escuchadas, y ATENDIDAS. Necesitamos implementar políticas que no solo cubran las necesidades básicas, sino que también promuevan la integración social y el bienestar emocional, reconociendo que el respeto a la dignidad es el primer paso para la recuperación.