Domingo XXVII del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Publicado:
3 octubre, 2024
Mc 10, 2-16. "Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre".

Preguntan los fariseos y es para poner a prueba a Jesús. Quieren saber hasta dónde Jesús es laxo o exigente. Y Jesús no se queda en la permisividad de Moisés. Va más allá y se remonta a los orígenes, hasta la creación. Dios no quiere que “el hombre esté solo”, los hizo “hombre y mujer”, “ambos, unidos, llegarán a ser una sola persona”. Por tanto “lo que Dios ha unido no deben separarlo los humanos”.

En nuestras manos no tenemos un libro de ciencia o historia, es un libro de fe. De una fe inquebrantable de aquellos que nos dejaron sus pensamientos acerca de la creación sin ser testigos de ella, sino receptores de tradiciones que meditan, reflexionan, elaboran y dejan por escrito. Y a estos orígenes que se remonta Jesús. Hoy queremos adecuar normas y leyes a favor de una permisividad que divide, desintegra y deshace el principio vital de amor, de las relaciones y de la pareja.

Señor Dios, tú nos has creado libres y en búsqueda. Cuántas veces nos vamos por caminos fáciles que no conducen a ningún sitio, ni dan verdadero sentido a nuestra existencia. Buscamos llenarnos fácilmente de lo que apetecen nuestros sentidos, sin mirar más allá. Tú cuentas con nosotros y en la fragilidad que nos has hecho nos animas, perdonas y recreas para que busquemos la felicidad   que une, suma y multiplica. Ayúdanos a encontrar tu voluntad de amarnos como lo has hecho tú en Jesús.

P. Emilio Rodríguez Claudio O.S.A.
Vicario General.

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