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Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Publicado:
10 octubre, 2024
Mc 10, 17-30. Vende lo que tienes y sígueme.

Corazón sensato

La liturgia de la palabra de este domingo nos invita a vivir con el corazón puesto en el verdadero tesoro que nos da la libertad y la felicidad plena. En una palabra, nos da la VIDA ETERNA.

La primera lectura del libro de la Sabiduría nos enseña que cuando tenemos un corazón sensato valoramos las cosas superiores, superiores en virtud, en belleza, en sabiduría y prudencia, y desestimamos las riquezas de este mundo.

Es una gran verdad cuando uno experimenta esto, pues nos damos cuenta que la verdad y la sabiduría divina, que viene Jesucristo a descifrárnosla con su palabra y con los valores del reino de Dios, entendemos que todo lo demás no tiene valor. Vendría a ser lo que san Ignacio nos enseña de la Santa Indiferencia. Solo la Sabiduría divina que es un Don de Dios nos ayuda a tener el corazón dilatado para vivir la virtud y no estar dependientes a los antojos de este mundo.

Queremos todo, pero no hacemos todo para alcanzar lo verdadero, lo noble y lo justo. En la vida personal y en la vida de la Iglesia vamos muchas veces detrás de los honores, los títulos, los reconocimientos, el dinero, la fama, el poder político y el poder de la información, y detrás del bien vivir y olvidamos que son acciones que van en contra de la vida eterna, la vida divina. Allí es cuando podemos darnos cuenta que en nosotros no habita la sabiduría de Dios.

Hoy en el evangelio surge el encuentro de un hombre que ansiaba heredar el bien, la vida eterna… pero la quería heredar desde su conciencia de ser el mejor, de tener lo mejor. Esta actitud es una muestra de su ambición, de su corazón impuro que por más que cumplía todos los mandamientos no era capaz de ver a Dios, de sentirse amado por Dios. Cumplir no nos da limpieza de corazón…Vivir sí.  Es por ello que Jesús le da un vuelco a su necesidad e incluso a su escondida ambición: “Una cosa te falta…”.

Queridos hermanos, una cosa nos falta… los bienes de la vida nos hipnotizan, nos seducen, nos controlan y motivan. El cristiano está llamado a adquirir un corazón sensato, a tener como el rey salomón la Sabiduría de Corazón. La verdadera riqueza del hombre y mujer de hoy reside en no tener nada más que vivir en el Amor de Dios, ser como Jesús, vivir para Jesucristo.

En la medida que sigamos a Jesucristo y vivamos como él, que es la sabiduría de Dios hecha carne, tendremos vida divina y vida eterna, y nuestra felicidad no dependerá de bienes sino de estar en él.

Las riquezas de este mundo, las ambiciones, los deseos de poder y el mal uso de nuestra autoridad (que hoy es sinónimo de riquezas) nos pronostican de que no heredaremos el Reino de Dios, de que no somos dignos de vivir y permanecer en el reinado de nuestra Padre celestial. Cuando no somos capaces de desprendernos de nosotros mismos, de nuestros deseos de ser mejor que los demás, y lo que hacemos es abusar del otro, utilizar a los demás, mentir y engañar, hacer daño al otro e imponernos sobre los demás, estamos siendo esclavos y servidores del Maligno enemigo del Reino de Dios.

Pidámosle al Señor que, como dice el Salmo, nos conceda un CORAZON SENSATO, y así podamos avanzar en el camino de la vida y la santidad, que es la forma eficiente de ser felices y de dar gloria a Dios. Que aprendamos a dejar de poseer para ser poseídos por el Amor de Cristo y así ser verdaderos instrumentos de su Paz, para que así, donde falte… nosotros pongamos el bien y la Verdad.

Esta es la actitud bienaventurada que Jesús alaba…esto es ser pobres, ser sencillos. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de Dios.

Rubén Sánchez Arancibia,
Director del Secretariado para las Causas de los Santo
Diócesis de Huelva

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