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Domingo XXXI del Tiempo Ordinario – Ciclo B

Publicado:
31 octubre, 2024
Mc 12, 28b-34. "Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu prójimo".

Amarás al Señor con todo el corazón

Moisés da el consejo a Israel para ser feliz: Ama al Señor, tu Dios. Y le pide que lo hagan sus hijos y sus nietos. Amar al Señor y enseñar a amar a los hijos y a los nietos es hoy un reto muy grande y que vemos importante.

Junto con el Señor compiten cada vez más señores que dan sucedáneos de felicidad temporal, que se conocen, se buscan con facilidad, que son atractivos y adictivos.

También estamos acudiendo a un momento en el que la búsqueda de la verdad no interesa, la idea de justicia pasa por el propio criterio, la paz sólo sabe a no tener molestias para conquistarla. Nos estamos contagiando de ese modo de pensar en muchas ocasiones.

Amarás al Señor tu Dios no es futuro, algo que tienes que hacer. No es un deseo tampoco aunque se convierta en deseo de muchos buscando tener una respuesta a las necesidades cotidianas o a lo que pasa en la vida.

El Amor de verdad no busca respuestas, el amante (el que ama) simplemente se da, porque su esencia es amar. El amor no se impone, el amor no se estanca, el amor no tiene imperativo. Amar es admirar, es sentir, es vivir la profundidad y la intimidad que sólo sabe el que lo practica. Los amantes (los que aman) llegan a conectar y ser uno. Y  se les enciende la cara de luz y brillan siempre.

No se puede amar de otra forma que con todo el corazón, con toda la mente y con todo el alma porque si no, no es amor, será otra cosa,  pero no amor.

El amor no se ensaya, el amor crece con el trato, con el roce, con la vida, con el tiempo. Y no se puede improvisar. Se tiene, hay complicidad y se nota, lo notan.

Amar a Dios y al prójimo dice Jesús. Comprender que Dios habita en los demás cuesta un poco más. Entender que ese Amor tiene un plan para cada persona, cuesta cuando mi mente no llega a comprender las actuaciones del otro.

Limpiar el interior, ser vínculo de amor es el reto del cristiano para cada día. Ser consciente que soy un canal para que el Amor de Dios pase limpio y llegue a los otros y pueda amarlos a pesar de su pecado. No amo su pecado, amo su persona. Corregir, pensar si estoy obrando como Jesús cada momento, vivir el amor y al amor.

Para terminar, quiero poner estos versos de Javi Sánchez, un cura amigo que murió este año en Pascua.

Al Amor más sincero, / al Amor sin fronteras,
al Amor que dio su vida por amor /encontré un día cualquiera…
…y a ese Amor tan sincero, a ese Amor sin fronteras,
a ese Amor que dio su vida por amor /le entregué mi vida entera.

María Jesús Arija.
Delegación Diocesana para la Educación y Cultura.

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