Este sábado, 14 de diciembre, la Santa Iglesia Catedral de Nuestra Señora de la Merced ha sido testigo de un acontecimiento solemne y de gran significado espiritual para la Diócesis de Huelva. A las 11:00 horas, en el marco de una Solemne Misa Estacional presidida por el Obispo de Huelva, Monseñor Santiago Gómez Sierra, el diácono Ignacio Vírseda Chaves ha recibido la Sagrada Ordenación Sacerdotal mediante la imposición de manos y la oración consagratoria.
Durante su homilía, Monseñor Santiago Gómez Sierra destacó la grandeza de la vocación sacerdotal comparándola con las aspiraciones humanas más altas. En un paralelismo que resonó entre los asistentes, el Obispo señaló que aunque en los rankings mundiales no aparece la Iglesia como “una empresa ideal”, su misión y proyección superan cualquier logro terrenal, ofreciendo “la máxima aspiración que una persona pueda tener: participar en el plan divino de Jesucristo”.
Dirigiéndose al nuevo sacerdote, el prelado recordó que la llamada de Cristo es radical, invitando a “dejarlo todo y seguirlo”, y animó a los presentes a responder con entusiasmo y compromiso a la misión que se les encomienda como cristianos. La homilía culminó con un mensaje esperanzador: “Merece la pena detenerse a considerar la grandeza de esta llamada, que llena de ilusión y transforma vidas”.
La ceremonia, profundamente emotiva, incluyó la Letanía de los Santos y la participación de numerosos fieles, familiares y sacerdotes de la diócesis.
HOMILÍA DEL OBISPO DE HUELVA, MONS. SANTIAGO GÓMEZ SIERRA
“Consultores y expertos en recursos humanos publican periódicamente el ranking mundial de las mejores empresas para trabajar. Lo hacen valorando aquellos factores que más motivan a los empleados para trabajar en una empresa u otra, por ejemplo, una alta remuneración, la proyección profesional que posibilitan, la flexibilidad para conciliar la vida laboral y familiar, un buen ambiente entre compañeros, o las políticas sociales en las que se involucra a la plantilla. Pues bien, según estos, las mejores empresas para trabajar, cito solo las 5 primeras, son: la firma de consultoría BAIN & COMPANY; el gigante tecnológico GOOGLE; el tercer puesto de la lista es para la red social TWITTER; el cuarto para FACEBOOK; y en quinto lugar está la red social LINKED IN.
Podíamos seguir, pero tengo que decir que en este ranking no aparece la Diócesis de Huelva, ni siquiera la Iglesia católica.
Sin embargo, nuestra empresa es, sin duda, infinitamente más grande y atractiva que todas las citadas, porque es capaz de colmar la aspiración más grande y hermosa que una persona pueda concebir.
Sabemos donde comenzó: “Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea…Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él… A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día … Nos encargó predicar …, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. (Hch 10, 37-42)
Sí, el que nos llama es Jesucristo, nada más y nada menos. Aquel que es el Señor del universo y de la historia, “Él que es imagen de Dios invisible, … por quien fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestre s…Él que es anterior a todo, y todo se mantiene en él…Él que es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. …Él que es el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.” (Col 1, 15-18)
Su llamada es real. Te llama a ti, Ignacio, ¡aquí y ahora! La misma llamada que nos ha hecho a todos nosotros, queridos sacerdotes y diáconos, como hemos escuchado en el Evangelio: “Jesús llamó a sus doce discípulos …Estos son los nombres de los doce apóstoles” (Mt 10, 1-5ª) y en esta lista, que se prolonga hasta hoy, están nuestros nombres.
La llamada de Jesús, que explica la ordenación de un sacerdote, y en último término la vida de cada cristiano en el estado de vida que cada uno tiene, es una invitación, no una orden. Sin embargo, la llamada es tajante, sin explicaciones ni exposición de motivos: “llamó a los que quiso” (Mc 3, 13). Sólo se funda en la autoridad de Jesús que te dice: ¡Sígueme! (Mc 2,14). Es una llamada inapelable. No hay lugar para otras ocupaciones, ni para otras seguridades, ni para otras nostalgias: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios” (Lc 9, 62). Esta llamada implica una absoluta preferencia con respecto a cualquier otra vinculación o apego, incluso a la propia vida: “Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío” (Lc 14, 27).
Sí, Jesús te llama y nos llama a participar en su misión, también esta es grandiosa. Es la razón de ser de la Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo, hacer contemporánea y operativa su acción salvadora a lo largo de la historia. Así nos envía a “evangelizar a los pobres” (Lc 4,18), a andar por todas partes -en nuestro caso por la ciudad y los pueblos grandes o pequeños de Huelva-, pues nos repite: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), porque nuestro Salvador, “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4). Nos encomienda construir un reino de hombres libres, que se reconocen hijos de Dios y sirven a sus hermanos (cf Rom 8), y que se afanan por buscan “los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirando a los bines de arriba, no a los de la tierra” (Col 3, 1-2), como nos dice San Pablo.
Además, Jesús nos llama a esta misión, viviendo con Él. Para nosotros vale la misma indicación que recibieron los dos que estaban con Juan Bautista, Andrés y otro. Cuando se ponen a seguir a Jesús: “Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta: “¿Qué buscáis? Ellos le contestaron: “Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?”. Él les dijo: “Venid y veréis”. Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él …”. Vivir con Él, configurándonos a su condición histórica: pobre, casto y obediente; pues nos dice a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará” (Lc 9, 23-24).
Si tomamos conciencia de todo esto, de la grandeza de quien es el que nos llama, de la dignidad y gloria del plan al que nos asocia, y de la magnificencia del premio que nos promete, y todo es real; entonces caemos en la cuenta que colma la máxima aspiración que una persona pueda tener, la proyección personal más entusiasta que se alcance pensar. Se nos propone entrar en el plan divino, verdaderamente grande y hermoso, muy por encima del ranking mundial de las mejores empresas con las que se puede desear trabajar.
Para cada uno de nosotros la respuesta frente a una convocatoria semejante supone un verdadero test de la propia capacidad para el entusiasmo y el compromiso con una gran empresa. Querido Ignacio, queridos sacerdotes, diáconos, seminaristas y hermanos todos, merece la pena que nos paremos a considerar el alcance de la llamada que nuestro Señor Jesucristo nos dirige a cada uno, para llenarnos de ilusión y responder. ¡En esto no se puede vivir de rentas, ni personales ni institucionales! No sirve un ejercicio del ministerio sacerdotal rutinario, cansado y perezoso; como tampoco vale para los fieles una vida cristiana sin implicación personal, para ocasiones esporádicas, sin incidencia en la existencia real y cotidiana. La respuesta proporcionada y justa de cada uno solo puede ser el ofrecimiento, el compromiso, el don total de sí mismo a Cristo, para la salvación del mundo, desde el puesto al que cada uno ha sido llamado.
En los momentos claves en los que se toma una decisión trascendental, que nos compromete en el plan de Dios, la liturgia, la oración de la Iglesia, nos pone delante de la corte celestial, presidida por nuestro Señor Jesucristo inmortal y glorioso, con la Virgen María y todos los Santos. Ahora, vamos a rezar la letanía de los Santos, rememorando su ejemplo, evocando su enseñanza y pidiendo su ayuda e intercesión.
Alentados por ellos, como decimos en el salmo,
“¡Ojalá escuchéis hoy su voz! ¡No endurezcáis el corazón…” (Sal 95, 8)”
Primeras Misas Solemnes del nuevo sacerdote
El recién ordenado sacerdote Ignacio Vírseda Chaves celebrará sus primeras Misas Solemnes en las siguientes localidades:
- Sábado, 14 de diciembre, a las 19:00 horas, en el Templo del Buen Pastor de La Antilla.
- Domingo, 15 de diciembre, a las 12:00 horas, en la Parroquia de Nuestra Señora de los Doce Apóstoles de la Redondela (Misa de Acción de Gracias).
- Sábado, 21 de diciembre, a las 12:00 horas, en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Nava de la Asunción (Segovia).